La ley del velo, promulgada en el 2004, ha erradicado el tocado musulmán de la escuela pública francesa, pero ha tenido un efecto secundario: el surgimiento de escuelas privadas de confesión islámica. Ayer, en los suburbios de Lyón, abrió sus puertas el tercer y mayor colegio de enseñanza secundaria de confesión islámica de Francia, el Instituto Al Kindi que, tras un pulso de ocho meses con la Administración, logró salvar las trabas para entrar en funcionamiento.

Adolescentes con el velo se mezclaban con alumnas descubiertas a primera hora en la entrada de la escuela del municipio de Décines, que el curso que viene acogerá a 250 escolares. Algunas iban con sus padres, que vivieron la jornada como un triunfo frente al responsable de educación de Lyón, Alain Morvan, que se ha resistido a la apertura del colegio por considerar errónea la separación de escolares según su origen o religión.

Pero Al Kindi ha logrado abrirse paso acogiéndose a la misma legislación que permite la existencia de escuelas privadas católicas y judías.

FUGA A LA PRIVADA En Al Kindi se sigue el mismo programa de estudios que en la escuela pública, pero además se enseña árabe y la religión de Mahoma. Y las alumnas pueden llevar el velo sin ningún tipo de problemas.

Al Kindi --que lleva el nombre de un filósofo musulmán-- juega también la baza de la excelencia. "Este es un instituto de élite, aquí nuestros hijos están bien controlados y tendrán la oportunidad de triunfar en la vida", señaló un padre que acompañaba a su hija. "En mi otra escuela los profesores se ausentaban muy a menudo", se quejó la niña. La tercera escuela musulmana de Francia cuesta 1.200 euros al año, selecciona a sus alumnos en función de su nivel y también está abierta a otras confesiones.