Finalizados los bombardeos masivos y las operaciones militares israelís al sur del río de Litani, las bombas de racimo son el nuevo peligro para los civiles en suelo libanés. Expertos de Naciones Unidas informaron ayer que han identificado 10 lugares donde la aviación israelí utilizó este tipo de armas, prohibidas por todas las normas internacionales, y cuya explosión retardada causa millares de víctimas en las posguerras de todo el mundo.

SIN FINALIDAD MILITAR Al menos 16 personas han muerto ya en el Líbano a causa de estos artefactos explosivos que, al reventar, expulsan centenares de pequeños fragmentos --metálicos o plásticos-- que penetran en el cuerpo de las víctimas. Por su simple descripción resulta obvio que estas armas, también conocidas como de fragmentación en una de sus variantes, no tienen ninguna finalidad militar.

Kenneth Roth, director ejecutivo de la oenegé Human Rights Watch, señaló ayer que "los 10 lugares localizados son apenas el iceberg" de un problema gravísimo, e instó a Israel a que identifique ante la ONU todos los lugares en los que utilizó este tipo de armas. Los lugares identificados están en Nabatiyé, Tibnin --en las escaleras del hospital local se contaron 200-- y Beit Yanún. Israel defiende el derecho a usar esas bombas y asegura que solo las utiliza de acuerdo con las leyes internacionales.

Los expertos de la ONU estiman que el 10% de las municiones lanzadas no explotan, y creen que en el sur libanés hay entre 8.000 y 9.000. Escondidas entre las ruinas de los edificios destruidos o semienterradas en la tierra, las bombas se convierten en minas que amenazan a la población. "En este momento en que los libaneses vuelven a sus hogares" estas bombas son "su principal amenaza", dijo Roth.

Mientras, representantes de la Comisión Europea, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) y de la Organización Marítima Internacional (OMI) se reunieron ayer en Atenas para analizar cómo combatir el vertido de petróleo en las costas libanesas, causado por los bombardeos israelís.

PETROLEO DERRAMADO El grueso del vertido se originó por la destrucción de la central eléctrica de Jieh, a unos 30 kilómetros al sur de Beirut, aunque la marea negra ha tenido otras pequeñas fuentes. El combustible derramado suma entre 10.000 y 15.000 toneladas y ha contaminado hasta 30 kilómetros de costa libanesa. Además del problema de los vertidos, se ha detectado también la contaminación por la dispersión de amianto, materia cancerígena empleada hace años en la construcción, que contamina el aire cuando los edificios se destruyen.

Asimismo, el Gobierno libanés ha pedido ayuda material en forma de buques de limpieza, bombas o disolventes. El Gobierno de España aportará botas y jabón para limpiar las playas.