La impunidad con la que actúan los piratas en el golfo de Adén, frente a las costas de Somalia, no solo constituye un revés para la industria del transporte marítimo y la economía mundial, sino que amenaza con extenderse a otros rincones del planeta, sobre todo Asia. Y es que la piratería se ha convertido en un fructífero negocio.

Se calcula que, solo en lo que va de año, los bandidos que actúan en el Cuerno de Africa han cobrado rescates por un valor total de 30 millones de dólares (más de 23 millones de euros). Y eso sin contar los peces gordos que todavía están en su poder.

Los piratas del siglo XXI ya no se conforman con capturar pequeños buques o barcos pesqueros, por los que exigen un pago de hasta 2 millones de dólares. Las últimas víctimas han sido petroleros o naves cargadas hasta los topes de armamento. Además, los bandidos han extendido su radio de acción lejos de la vigilancia de los barcos de guerra.