El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, suspendió ayer su primera prueba como nuevo presidente semestral de la UE. Berlusconi perdió los nervios ante la ola de críticas recibidas en el pleno del Parlamento Europeo, insultó a un eurodiputado socialdemócrata alemán, ridiculizó al conjunto de eurodiputados y se negó a retractarse de sus palabras. En cinco minutos, echó a perder el respaldo político que iba a obtener de la Eurocámara, pese a todas las prevenciones que despertaba.

El desafiante comportamiento de Berlusconi confirmó las peores dudas sobre su capacidad para ejercer la presidencia de la UE con la serenidad y el talante dialogante indispensables.

Los eurodiputados del grupo verde acogieron a Berlusconi con pancartas con la inscripción "la ley es igual para todos", en referencia a la ley de inmunidad que le pone a salvo de sus procesos judiciales. Pero la protesta duró poco, ya que el presidente de la Eurocámara, Pat Cox, conminó a los parlamentarios a retirar las pancartas. Superada la primera muestra de hostilidad, Berlusconi inició la presentación de los objetivos de su presidencia ante el hemiciclo semivacío. Pero comenzó a perder los nervios a medida que se acumulaban las críticas.

MAL ITALIANO

El presidente del grupo socialista europeo, Enrique Barón, abrió fuego al recordarle que la esencia de la UE "obliga a hacer las leyes para el interés general, y no para resolver los problemas de unos pocos". Otros diputados de izquierda, liberales y verdes, insistieron en "el mal ejemplo de democracia" de Italia, el control de Berlusconi de los medios de comunicación, su autoconcedida inmunidad y las actitudes xenófobas de los miembros de su coalición gubernamental.

Berlusconi empezó a adoptar una expresión cada vez más tensa y malhumorada. La tormenta estalló en su turno de réplica. "¡Que Dios perdone a los ignorantes!", exclamó Berlusconi con caridad cristiana, para acusar a continuación a los eurodiputados de "tener una visión absolutamente caricaturesca y alejada de la realidad" de Italia, porque sólo leen "diarios de extrema izquierda".

Tras calificar las críticas de Barón de "gran cortesía y de fino sentido del humor", Berlusconi se cebó en el socialdemócrata alemán, Martin Schulz, que criticó la inmunidad de Berlusconi, sus conflictos de intereses y las declaraciones xenófobas del ministro italiano Umberto Bossi. El mandatario italiano dijo que Schulz sería perfecto para el papel de kapo de campo de concentración nazi en una película. Los kapos eran prisioneros utilizados por los nazis como guardianes, y se distinguían por su crueldad.

FASCISMO

Ante las protestas de un hemiciclo cada vez más lleno, Berlusconi prosiguió sus ataques y calificó a los eurodiputados de "turistas de la democracia". "No me dan miedo. Estoy acostumbrado a que se me contradiga", dijo. Al acabar, intentó sin éxito congraciarse con sus adversarios: "No hagan una tragedia de esta presidencia, porque sólo durará seis meses. ¿Qué son seis meses? Pasan muy deprisa", ironizó.

Schulz replicó que "el respeto a las víctimas del fascismo" le impedía responderle, pero consideró inaceptable que "el presidente en ejercicio de la UE pierda su compostura en la Cámara a la mínima crítica". Berlusconi respondió con otro ataque: "Schulz me ha ofendido en un plano personal y gesticulando. No retiro lo que he dicho con ironía". En una rueda de prensa, Berlusconi volvió a negarse a retirar lo dicho e insistió en que Schulz "sería perfecto para el papel" de kapo .