A 24 horas vista del cierre de la campaña electoral para las generales del domingo y lunes, Silvio Berlusconi hizo ayer una dramática llamada para que la ONU envíe a Italia observadores internacionales que impidan manipulaciones por parte de los progresistas. "Los necesitamos", dijo Berlusconi.

"Es ridículo. ¿Qué estafas puede haber, desde el momento que Berlusconi tiene todos los instrumentos de control en sus manos?", rebatió Romano Prodi, líder de los progresistas. "Venceremos con el lápiz y la papeleta electoral", añadió Prodi, a quien los sondeos secretos y no publicables en Italia atribuyen entre 2 y 5 puntos electorales de distancia sobre su adversario.

"INFAMES E INDIGNOS" Desde primeras horas de la mañana, el asunto que había ocupado la atención de los italianos fue un nuevo y durísimo ataque de Berlusconi a los fiscales de Milán. Son "infames e indignos" y "quieren influir en la campaña electoral para sacar la mayoría en el Parlamento", dijo en una rueda de prensa convocada para asegurar a la ciudadanía que no pagó 490.000 euros al abogado británico David Mills, para que en 1997 y 1998 apañase en dos juicios una documentación financiera que supuestamente lo inculpaba.

"Quiero hacer una denuncia gravísima por el enésimo uso de la justicia para desacreditar, desestabilizar y atacar al Gobierno italiano", dijo el líder de los conservadores. Levantando la voz, Berlusconi empezó entonces a gritar que es una infamia que haya funcionarios del Estado "pagados con dinero público para convencer a los ciudadanos de que elijan a otro líder durante la campaña electoral".

Acto seguido, el primer ministro distribuyó fotocopias de una documentación que, según él, prueba que el pago recibido por Mills procedía de un armador, Diego Atanasio. Según Berlusconi, sus abogados defensores habían solicitado a la fiscalía una rogatoria para verificar su extrañeza en el caso, pero no se la concedieron, por lo que tuvo que pagar una investigación con su dinero "para evitar un proceso" en su contra.

CAMISETAS CON MENSAJE La documentación facilitada por Berlusconi era conocida por la fiscalía de Milán, que ya había verificado que las cuentas del armador citado eran usadas por clientes de Mills para trasladar sumas importantes de dinero, hasta el punto de que Atanasio había firmado impresos en blanco en tal sentido. Los magistrados habían comprobado que la transferencia de autos se había producido cuando el armador ya estaba en prisión, por lo que no pudo ser él quien la hiciera.

Los aspectos folclóricos de la campaña electoral se enriquecieron ayer con una proliferación, en toda Italia, de camisetas que llevan la frase yo soy un gilipollas, emulación del epíteto que Berlusconi lanzó contra quienes votan a los progresistas. Redondeando el mensaje de los conservadores, Roberto Castelli, ministro de Justicia, afirmó que votar a la izquierda "constituye un pecado mortal".