El presidente de Estados Unidos, George Bush, inició anoche la más conflictiva visita de Estado que se recuerda en el Reino Unido. El viaje, marcado por el malestar y la oposición popular a la guerra de Irak, entraña serios riesgos, tanto para Bush como para el primer ministro británico, Tony Blair. La movilización por parte del Gobierno británico de 14.000 agentes de seguridad británicos y 700 norteamericanos, entre los que hay 250 hombres armados, convertirá a Londres en lo que ya se ha calificado como una "fortaleza" y paralizará el tráfico en el centro de la ciudad.

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El líder más poderoso del mundo puede encontrarse en Londres con protestas mucho más rotundas y sonoras de las que ha escuchado hasta ahora en su propio país. La presencia de decenas de miles de manifestantes en las calles, rechazando su presencia en el país, no constituirá una ayuda para su reelección como presidente dentro de un año. Bush y Blair tienen previsto reunirse el jueves para discutir la actual situación en Irak y analizar la viabilidad del calendario que tiene previsto devolver el poder a los iraquís el próximo mes de junio.

TRES DIAS EN BUCKINGHAM El avión Air Force One en el que viajaba el presidente Bush y su esposa Laura llegó al aeropuerto londinense de Heathrow alrededor de las 19.30 horas (una hora más en España). El príncipe de Gales fue el encargado de recibir a la pareja al pie de la escalerilla. Los ilustres visitantes se trasladaron en helicóptero al palacio de Buckingham, donde se alojarán durante tres días y donde anoche cenaron en privado con la reina Isabel II.

Bush pronunciará hoy un discurso en Banqueting House sobre la alianza entre Estados Unidos y el Reino Unido, ante una audiencia de empresarios e inversores de la City londinense. El despliegue policial costará alrededor de 8 millones de euros (1.331 millones de pesetas). La opinión pública británica está muy dividida con el viaje del aliado norteamericano. En un sondeo a nivel nacional publicado ayer por The Guardian , una mayoría muy ajustada, el 43% de los consultados, aprobaba el viaje de Bush, frente a un 36% que lo rechazaba. En Londres la valoración es mucho más negativa.

VISITA POCO OPORTUNA En otra encuesta realizada por el vespertino The Evening Standard , dos tercios de los habitantes de la capital (66%) consideran que éste no es el momento más adecuado para el viaje. Las principales objeciones que aducen los ciudadanos son la guerra de Irak (un 29% de los encuestados) y el enorme coste en seguridad (un 20% de los encuestados).

Hay también quienes creen que la presencia de Bush puede incrementar el riesgo de acciones terroristas (un 19% de los encuestados). El propio alcalde de la capital, el laborista disidente Ken Livingstone, ha mostrado su disgusto hacia Bush, al que ha calificado como "la mayor amenaza" existente "para la vida en todo el planeta".

El alcalde está preparando, durante la visita del presidente americano, una "recepción alternativa", a la que invitará a los principales opositores a la guerra. Sin embargo, Livingstone hizo ayer un llamamiento a los que pretendan manifestarse en las calles para que lo hagan de forma cívica. "Vais a protestar contra una guerra ilegal y una ocupación", afirmó. "El mundo os estará mirando. Hacedlo con dignidad".