La capital de Gaza era ayer al caer la tarde una ciudad en tinieblas. Las velas crepitaban en algunas ventanas y corrillos de hombres resistían el frío intenso con fogatas en plena calle. Agotado el combustible, todas las gasolineras cerraron y los pocos vehículos que circulaban lo hacían con tiento, por temor a atropellar a una sombra o a estrellarse en un cruce, al haberse apagado también los semáforos. Otros se agolpaban en las pocas panaderías que seguían teniendo gasóleo para sus generadores. Camiones cisterna abastecían los barrios sin agua corriente.

Unas 700.000 personas, casi la mitad de la población de la franja, están sin luz ni agua. Tampoco hay gasolina ni gas para cocinar. El empleo prácticamente ha cesado y los hospitales podrían echar el cierre en tres días. Para colmo, en muchas calles el alcantarillado se ha desbordado y las aguas fecales campan por los arcenes. Este es el escenario generado desde que Israel decidió el jueves bloquear toda entrada de alimentos y combustible en Gaza, del que depende la central eléctrica y el agua, para forzar a las milicias palestinas a detener el lanzamiento de cohetes.

"No vamos a permitir que la gente de Sderot viva con miedo y en Gaza sigan llevando una vida completamente normal", dijo ayer el primer ministro israelí, Ehud Olmert, para justificar las últimas sanciones. "Si no tienen gasolina que vayan andando, que para algo viven bajo un régimen asesino", añadió en referencia a Hamás, que controla Gaza desde el pasado mes de junio.

ALARMA EN LA ONU Pero en la franja las alarmas se han disparado. Las Naciones Unidas advirtieron ayer que mañana tendrán que dejar de distribuir alimentos a los 860.000 palestinos que dependen de ellos si Israel mantiene el bloqueo de las fronteras. El Ministerio de Salud anunció que en tres días podría verse obligado a cerrar los hospitales y mandar a los pacientes a casa.

Consciente de que la cuerda está tan tensa que podría romperse de inmediato, el Gobierno israelí aseguró que permitirá hoy la entrada de un cargamento de medicinas y gasóleo para los generadores y el uso doméstico. "No vamos a permitir una crisis humana", dijo Olmert, "pero tampoco a facilitarles la vida", precisó. Desde el Gobierno israelí, se aseguró que "la presión militar y económica" está funcionando. "El jueves lanzaron 40 Qassam, ayer, uno", dijo una fuente oficial. En realidad, fueron cinco cohetes Qassam.

MANIFESTACIONES El cerco israelí ha levantado la indignación del mundo árabe, con manifestaciones en Jordania y en el Líbano, y la protesta formal de algunos gobiernos. También la Unión Europea pidió el fin del bloqueo, que calificó de "castigo colectivo". Desde Ramala, el Gobierno palestino del presidente Mahmud Abbás dijo que "Israel está conviertiendo las negociaciones de paz en un proceso inútil". Son solo palabras, porque seguirán negociando.