Las elecciones de ayer dieron inicio a una nueva era política en los territorios ocupados en la que Al Fatá, la formación fundada por Yasir Arafat, dejará de ser predominante y compartirá parcelas de poder con el movimiento islamista Hamás. Entre los dos grandes bloques, la sociedad civil trata de hacerse un hueco para demostrar que hay una tercera vía entre el oficialismo de Al Fatá y el concepto religioso de la vida pública que propugna Hamás.

Desde Occidente e Israel, la política palestina se ha reducido a dos bloques: los defensores de la lucha armada contra la ocupación israelí (Hamás) y los que optan por negociar (Al Fatá y los defensores de una tercera opción). Es una división superficial, como prueba el hecho de que el número uno de la lista del partido de Abú Mazen y su líder más carismático sea Maruán Barguti, de 47 años, quien cumple cinco cadenas perpetuas en Israel condenado por "terrorismo".

Sin estatus

El Gobierno israelí niega el estatus de preso político a Barguti, pero le permitió conceder una entrevista desde la cárcel a Al Jazira en plena campaña electoral, cuando las encuestas casi predecían la victoria islamista.

Barguti es el único líder de Al Fatá que resiste un duelo de popularidad con Hamás. En cambio, Mohamed Dahlán, de 45 años, es el único que ha demostrado que no le importa enfrentarse a los islamistas con las fuerzas de seguridad. Por eso es uno de los líderes palestinos más apreciados por EEUU, que hace la vista gorda a su implicación en negocios a la sombra de la ocupación muy parecidos a las prácticas de la corrupta vieja guardia del partido de Abú Mazen. Dahlán transmite una imagen moderna y encantadora, al contrario que la bicéfala dirección de Hamás. Mahmud al Zahar, de 61 años, e Ismail Haniya, de 43, no tienen el carisma de los asesinados Abdelaziz Rantisi y Ahmed Yasín.

Estos cuatro políticos marcarán el devenir de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y tendrán mucho que decir sobre la formación del nuevo Gobierno. Muchos, sobre todo fuera de los territorios palestinos, quisieran ver a la cabeza al eficaz Salam Fayed, de 54 años, exfuncionario del Banco Mundial y exministro de Finanzas, que logró imponer orden en el caos económico de la ANP. Fayed es casi un desconocido en la calle palestina, como Mustafá Barguti, activista de derechos humanos que compite con Fayed por liderar la tercera vía. A ambos les lastra su imagen de élite y su inexistente currículo de activismo contra la ocupación. Ocupación que marca a sangre y fuego la política palestina.