Los ciudadanos no eligen directamente al presidente de EEUU, sino que dan su voto a unos delegados que constituyen el Colegio Electoral. Este órgano, que es quien elige al presidente, está compuesto por 538 representantes procedentes de los 50 estados más el Distrito de Columbia. Cada delegado dispone de un voto electoral y la población determina el número de delegados de cada estado. Para ser elegido, el presidente necesita lograr 270 votos electorales.

Excepto en Nebraska y Maine, que introducen un elemento de proporcionalidad, todos los estados utilizan el sistema mayoritario. Eso significa que el ganador del voto popular en un estado consigue todos los delegados (y, por ende, todos los votos electorales) de dicho estado, incluso si su victoria fuera por un solo voto. Puede ocurrir, por lo tanto, que un candidato tenga la mayoría del Colegio Electoral y sea elegido sin haber logrado la mayoría del voto popular. Ha ocurrido en 17 ocasiones. La última fue en el 2000, cuando George Bush fue elegido pese a que Al Gore le superó en voto popular.