La guerra del narcotráfico deja a diario en México un parte de muertes y atrocidades, sobre todo cuando son los cárteles de la droga los que protagonizan la contraofensiva. Ayer, los cuerpos de 12 policías, 11 hombres y una mujer, aparecieron torturados, con las manos atadas a la espalda y el tiro de gracia en la nuca, tirados en una autopista del estado de Michoacán junto a un mensaje conminatorio: "Para que vuelvan a venir por otro...". La mafia de La Familia llevaba dos días vengándose por una detención, atacando comisarías y matando uniformados como si cazara conejos.

Solo la autopista se llama Siglo XXI. Lo demás es una mezcla espantosa de la miseria secular y el México más bronco con el negocio del tráfico de drogas, la violencia más horripilante y cierto fundamentalismo religioso. La Familia se engrosa con jóvenes drogadictos redimidos que cambian de placeres: el pico es oprimir el gatillo. Y La Familia, que se apellida Michoacana, muestra estos días su enojo porque el sábado le detuvieron a su operador internacional, Arnoldo Rueda, alias La Minsa , el jefe que sigue a los capos del cártel.

Con ese alias, que quiere decir harina de maíz, debe ser un tipo sensible; La Minsa alzó la cara al cielo y lloró cuando la policía lo presentó a la prensa tras su captura. Por jefes así, se montan rescates espectaculares, se vacían si es necesario cárceles enteras o se muestra la cólera del narco. La Familia intentó quitárselo a la policía en medio de una batalla con armas de gran calibre y granadas. Como no pudo, sus sicarios se lanzaron a una procesión macabra por las carreteras de Michoacán y atacaron media docena de comisarías. También mostraron que su poder rebasa ese estado, al tirotear comisarías de Guanajuato y Guerrero. Mataron a cinco uniformados e hirieron a una veintena.

Además, en su mayor ofensiva contra las autoridades, La Familia apuntó directamente al Ejército. Michoacán, estado natal del presidente Felipe Calderón, fue el primero en ser ocupado por los soldados cuando el mandatario accedió al poder, en diciembre del 2006, y declaró la guerra al narcotráfico. Pero el cuartel general de las fuerzas federales en Lázaro Cárdenas --el puerto adonde llegan la cocaína y la efedrina para hacer drogas sintéticas-- está en el Hotel Sol del Pacífico. Así que el hotel recibió lunes y martes descargas de fusiles de asalto y granadas de fragmentación, con un saldo de dos militares gravemente heridos.

FUEGO GRANEADO El parte diario de la guerra del narcotráfico se completa con novedades en frentes impensados, como el centro histórico del puerto de Veracruz. La tarde del pasado lunes (noche del lunes en España) fue el escenario de un enfrentamiento entre policías y sicarios, que contó con más de 20 minutos de fuego graneado.