"Fue un tiempo en que coger el fusil y disparar sobre alguien se había convertido en algo tan fácil como beber agua", declaró el exniño soldado de Sierra Leona Ishmael Beah, de 26 años, que empezó a matar a los 12, al refugiarse en una base militar tras la muerte de sus padres y sus dos hermanos. Ishmael, rehabilitado por un programa de desmovilización de ocho meses, criticó los escasos esfuerzos de los países para acabar con esa lacra. "No hay excusas para la inacción", dijo. "Es fácil convertirse en un niño soldado, es mucho más difícil recuperar la humanidad perdida", advirtió el exniño soldado.