"Las paredes y el suelo comenzaron a temblar y la lámpara cayó al suelo. Traté de vestirme, pero tuve que salir corriendo descalza mientras un compañero me tapaba la cabeza y trataba de abrir la puerta, que estaba atascada". Es el testimonio de Dolores Galindo, una de los cinco estudiantes extremeños que se encontraban en la localidad italiana de L´Aquila en el momento del terremoto. Todos ellos están bien, no han sufrido daños personales y, salvo Miguel Angel García Gordillo, ya han vuelto a Extremadura.

A Dolores el seísmo le pilló justo antes de meterse en la cama: "Habíamos estado de fiesta, porque al día siguiente un grupo de erasmus regresaban a España. Acabábamos de llegar a casa cuando sucedió todo". Salió con lo puesto y con el teléfono en la mano, aunque perdió la batería en medio de la oscuridad, que lo inundaba todo. Fuera, en pleno centro urbano, muchos edificios eran ya escombros. "La gente trataba de huir, los bomberos corrían de un lado para otro y había personas que saltaban desde terrazas y ventanas con cuerdas y sábanas", recordaba ayer, ya en Mérida, esta joven estudiante de tercero de Turismo de la Universidad de Extremadura --en el campus de Cáceres--. Llevaba desde septiembre en L´Aquila para completar sus estudios con una beca Erasmus y quería realizar allí las prácticas: "Nunca nos dijeron nada de que era una zona sísmica; aunque nos parecía curioso que en muchos edificios había carteles de qué hacer en caso de terremoto".

La tele del vecino de arriba

Dolores ha perdido todas su pertenencias. El edificio en el que vivía se mantiene en pie, aunque con grietas en la fachada y, en el interior, algunos pisos se han venido abajo. "La tele de la vivienda de arriba apareció en mi habitación", relata. Mejor suerte tuvieron Alejandro Pizarroso y Nazaret Alvarez, también estudiantes de Turismo de la Uex que estaban realizando prácticas en dos hoteles de la zona. Pudieron rescatar sus enseres el lunes por la mañana tras verse sorprendidos por el seísmo mientras dormían.

"Habíamos estado todo el día de turismo en Roma y, al llegar a L´Aquila, a media noche, había mucha gente en la plaza. Pero lo vimos normal, porque en la última semana se habían producido varios terremotos de baja intensidad y la gente estaba asustada", explica Nazaret, que vivía con Alejandro en una céntrica vivienda. "Era nueva y apenas se ha visto afectada", apunta él, que tiene 21 años y es de Cabeza del Buey.

A las 3 de la madrugada, ambos despertaron al sentir el temblor. Según Nazaret, "fueron 10 o 20 segundos, pero interminables. La casa temblaba, no había luz ni sabíamos qué hacer". Antes de salir a la calle, "donde había montañas de escombros de unos cuatro metros de altura", cogieron los teléfonos y ropa de abrigo. L´Aquila es una localidad de montaña, situada a 1.800 metros de altitud, en los Apeninos; la temperatura esa noche no superó los tres grados centígrados. "Hacía mucho frío y aparecía gente en calzoncillos, en pijama... No sabías cómo reaccionar", reconoce ella, vecina de Mérida y que ya sabe que el hotel donde trabajaba ha quedado reducido a ruinas.

Compartía prácticas en ese establecimiento con Andrés Jacobo Gil Izquierdo, un cacereño que también había estudiado Turismo en el campus de Cáceres. Los tres llevaban solo 15 días en Italia. Nunca imaginaron que lo que iba a ser una estancia de 5 meses se vería interrumpida de esta forma. "Se te queda grabada la cara de la gente, el caos, cómo huían hacia ningún lugar, llenos de polvo...", rememoraba anoche, aún con cierta angustia, porque en su caso, estuvo a punto de quedar atrapado: "Intenté abrir la puerta, pero estaba atascada. Mi compañero logró tirarla abajo a base de golpes y patadas".

Ayuda a una mujer mayor

Después llegó su gesto de humanidad: "Al salir al rellano de la escalera me encontré con una mujer mayor gritando, parada y sin saber qué hacer. Tuvimos que sacarla de allí porque caían cascotes, y en mi casa, también algunas paredes".

Todos los erasmus españoles se reunieron en una de las plazas, bajo indicaciones del Consulado español en Nápoles. Los que pudieron, recogieron sus enseres --Alejandro, por ejemplo, el ordenador portátil, algo de ropa y el cargador del teléfono-- y después se trasladaron a las afueras, desde donde fueron evacuados en autobús. Solo Miguel Angel García Gordillo, el quinto de los estudiantes extremeños, se ha quedado en Italia, en la localidad de Télamo, junto a una amiga. El resto llegó a última hora del lunes a Madrid y ayer regresaron a Extremadura. Según Nazaret: "Aún estamos asustados. Pensábamos que las vibraciones que producían los aviones en el aeropuerto también eran réplicas del terremoto".