El ministro de Exteriores alemán, Joschka Fischer, reconoció ayer por primera vez en público que cometió errores en la concesión de visados a inmigrantes del este de Europa, pero pidió a su partido, Los Verdes, que pase a la ofensiva y rechace "una campaña de difamación" orquestada desde la oposición en su contra. "Cometí errores, no actué con la rapidez y determinación a que me obliga la responsabilidad de mi cargo", dijo Fischer, ante el congreso de los Verdes del estado de Renania del Norte-Westfalia, donde en mayo habrá elecciones.

Fischer rompió por fin su silencio ante un escándalo por el que la oposición le acusa de favorecer la inmigración incontrolada y el crimen organizado. Subrayó que asumía la "responsabilidad política" del caso, pero se rebeló contra el intento de "destruirlo políticamente por un error que se corrigió".

El canciller, Gerhard Schröder, en una entrevista al dominical Frankfurter Allgemeine, salió de nuevo en defensa de Fischer. "El ministro de Exteriores seguirá siendo ministro de Exteriores", espetó.