Francia tardó sólo unas horas en cortar de raíz el triunfalismo que el presidente estadounidense, George Bush, exhibió en la cumbre del G-8, tras el voto unánime de la ONU el martes a la resolución sobre Irak. Ayer, exultante tras la aprobación por el Consejo de Seguridad de su plan para la transición, y acompañado por su aliado británico, el primer ministro Tony Blair, Bush propuso que la Alianza Atlántica asuma un papel militar en Irak. "Creemos que debería involucrarse más. Trabajaremos con nuestros amigos de la OTAN para al menos mantener el papel actual y esperamos que se amplíe de alguna manera" dijo.

Poco después, el presidente francés, Jacques Chirac, le quitó cualquier esperanza: "No creo que el propósito de la OTAN sea intervenir en Irak --dijo--. No creo que fuera relevante ni bien entendido en Irak".

Chirac, uno de los ocho mandatarios del grupo del G-8 reunidos en la cumbre que se abrió oficialmente ayer y concluye hoy en Sea Island (Georgia, EEUU), no cerró la puerta a la negociación, pero tampoco la miró con muchas perspectivas de éxito. Dijo que el papel de la OTAN sólo se justificaría "si el Gobierno interino iraquí lo solicitara". Una opinión que ratificó a Associated Press el portavoz de la OTAN, James Appathurai.

NEGATIVA ESPERADA Bush podía intuir que encontraría ese rechazo, pues cuatro de los ocho miembros del G-8 --Rusia, Francia, Alemania y Canadá-- se habían negado con anterioridad a enviar a sus soldados a Irak y los tres primeros habían dicho que el voto en la ONU no cambiaba su postura. Pero fuentes de la Administración estadounidense anunciaron que buscarían que la Alianza Atlántica ampliara su misión: "podría ser desde hacerse cargo de una zona hasta adoptar un papel funcional como el entrenamiento".

Chirac, pese al choque frontal de posiciones con Bush, se confesó "muy abierto al debate y a la conversación" sobre la seguridad en Irak cuando acabe la ocupación tras el 30 de junio. Gerhard Schröder, también reconoció el cambio de tono en la Casa Blanca que, pese a los desacuerdos, ha relajado las tensiones entre naciones. "Ha habido un cambio destacable en la política exterior americana", dijo el canciller alemán, que con Chirac había rechazado en abril ampliar el papel de la OTAN en Irak, alegando demasiada presencia de la Alianza en los Balcanes y Afganistán.

No es el único punto donde parece que van a chocar las posturas de ambos lados del Atlántico. Washington ha lanzado una campaña para reducir la deuda de Irak, calculada en más de 120.000 millones de dólares. EEUU asegura que, sólo si se libera de esa deuda, el nuevo Gobierno podrá pensar en una recuperación de su economía. Francia, Alemania y Rusia, sin embargo, se han mostrado reticentes.