En EEUU, donde para lograr la nominación como candidato presidencial hay que pasar por unas primarias que enfrentan a miembros del mismo partido, la lucha fratricida acarrea riesgos. Uno de ellos es una guerra sucia que da armas al otro partido. El último ejemplo se ha producido en las filas demócratas, donde un asesor de Hillary Clinton ha puesto en cuestión el potencial presidencial de Barack Obama por su consumo de cocaína cuando era joven.

El asesor Bill Shaheen ha dimitido ya de la campaña de la exprimera dama y ella, personalmente, pidió disculpas el jueves al senador de Illinois cuando los dos se cruzaron en el aeropuerto de Washington. Pero nada impide que el consumo de cocaína de Obama haya entrado en la campaña, justo cuando los demócratas, en su último debate, el jueves, antes de los caucus de Iowa del 3 de enero habían casi eliminado el tono de los ataques.

No es que Shaheen, copresidente de la campaña de Hillary en New Hampshire, dijera nada nuevo, pues Obama reconoció en su libro autobiográfico que había consumido marihuana y cocaína en su juventud. Lo que hizo el ahora dimitido asesor fue cuestionar si eso limitaba las posibilidades presidenciales de Obama en el caso de ser designado candidato demócrata.

Shaheen, en declaraciones a The Washington Post , enmarcó el asunto en el desconocimiento de aspectos del pasado de Obama, asegurando que esas lagunas serán un arma para los republicanos. "Preguntarán cuándo fue la última vez (que consumió drogas), si se las dio alguna vez a alguien o si las vendió", planteó.

TACTICA RECHAZADA En su disculpa, y según un portavoz, Clinton aseguró a Obama que, "habiendo sido ella misma la víctima de muchos ataques injustos durante años, no piensa que la campaña deba ser sobre esto" y le manifestó que "quiere la presidencia, pero no a través de tácticas como esta".