Una multitud de habaneros corre desenfrenada por Santa Catalina, detrás de un camión Zil 130, remanente de la era soviética. ¡Son papas (patatas)! Unos se incorporan al maratón para ocupar el sitio de los que no resisten la carrera por esta céntrica avenida, en espera de que el vehículo descargue en algún mercado. La Habana, una vez más, ha sido cercada debido a que las autoridades, sin argumentar su decisión, no permiten la entrada a la capital de productos agrícolas.

Incluso se queja Granma, el diario del Partido Comunista: "Una disposición impide, aunque tengan la documentación que corresponda, la entrada de esos camiones a la ciudad de La Habana". Parece que la consigna es no pasarán. Esta especie de toque de queda o ley seca para plátanos, malangas (un tubérculo), boniatos, papas... se aplica desde hace más de un mes. Si alguna verdura logra llegar a cualquier mercado, se forman las colas, previa maratón de gente en la batalla por un buen puesto.

Los elementos que influyen en la situación son varios y todos negativos. El bloqueo de medio siglo de EEUU, la incapacidad del Gobierno de hacer producir a la agricultura, el esmerado placer burocrático que establece un problema para cada solución, y la crisis que ha puesto a la isla ante una grave falta de liquidez.

Esta insolvencia provocó un corte drástico de importaciones en el que cayeron fertilizantes, pesticidas, semillas y combustible para riego y transporte. No hay plátano por falta de potasio y agua. Para Calixto, taxista, el tiempo de espera se agotó: "Nos piden que tengamos paciencia porque los cambios se están estudiando. ¿Más paciencia?".

CRITICAS A BRUSELAS Mientras, a través de Granma, el Gobierno de La Habana cargó ayer contra el Parlamento Europeo al acusarle de "fabricar patriotas entre mercenarios y delincuentes" y de apoyar a la "subversión" con el objetivo de "derrocar" el régimen castrista.