Desde el sábado, día en que el presidente palestino, Mahmud Abbás (Abú Mazen ), se reunió por primera vez con Hamás para formar Gobierno, hasta ayer, el Ejército israelí ha matado a 10 palestinos en Gaza y Cisjordania, 9 de ellos en bombardeos contra sus coches. Las últimas víctimas fueron dos milicianos de las Brigadas de Mártires de Al Aqsa y otro de la Yihad Islámica, que murieron ayer en Gaza y Naplusa (Cisjordania), respectivamente.

El viernes, el primer ministro interino, Ehud Olmert, prometió mano dura después de que un palestino matara a puñaladas a una israelí y de que un cohete artesanal Qasam hiriera de gravedad a un bebé. El Ejército cumplió las órdenes, especialmente en Gaza, donde a los bombardeos se les sumó fuego de artillería contra objetivos desde los que, según fuentes militares, se disparan cohetes. Pese a ello, ayer dos Qasam volvieron a caer en Israel.

El contexto político de esta ofensiva contra los Qasam es delicado, ya que Abú Mazen negocia con Hamás la formación de un Gobierno que sea aceptable para la comunidad internacional. Los líderes de Hamás en Gaza y en el exilio se reunieron ayer en El Cairo y, por primera vez, el número uno electoral, Ismail Haniya, afirmó que el primer ministro probablemente será islamista. Hasta el momento, Hamás había ofrecido a Al Fatá formar un Gobierno de unidad o de tecnócratas sin presencia de destacados líderes del movimiento.

PRECAMPAÑA No ayuda a moderar a Hamás esta ofensiva israelí ni tampoco declaraciones como las que Olmert --inmerso en la precampaña de las elecciones del 28 de marzo-- efectuó ayer durante una visita al muro que Israel construye ilegalmente en parte de Cisjordania. Además de prometer esforzarse para acabar la barrera, Olmert reiteró que Israel nunca renunciará a los dos principales bloques de asentamientos construidos al norte y al sur de Jerusalén.