La crisis política en Rusia, a raíz del caso Yukos , enfrentó ayer al presidente ruso, Vladimir Putin, y al primer ministro, Mijail Kasianov, quien condenó el "acoso judicial" contra la mayor petrolera rusa. Kasianov mostró a la prensa su desacuerdo con la decisión de la Fiscalía General de Rusia de embargar, el jueves, el 53% de las acciones de Yukos en el curso de la investigación contra su presidente, Mijail Jodorkovski, que permanece encarcelado desde el pasado sábado bajo la acusación de "evasión fiscal y fraude a gran escala".

"Estoy profundamente preocupado por lo que está pasando. Es muy difícil hacer una estimación adecuada, porque el embargo de acciones que se cotizan en el mercado es una medida sin precedentes", dijo Kasianov. El primer ministro reiteró su "posición en contra" del encarcelamiento de Jodorkovski.

Las declaraciones de Kasianov llegaron un día después de la dimisión del jefe de la Administración presidencial, Alexandr Voloshin, en protesta por la campaña contra la petrolera. Voloshin, último peso pesado afín a la familia Yeltsin en el Kremlin, fue sustituido por Dmitri Medvedev, miembro del círculo más próximo al presidente. Tras la retirada de Voloshin, casi todas las posiciones claves en el Kremlin quedan bajo control de los funcionarios procedentes de los servicios secretos, que llegaron al poder junto a Putin.

Kasianov pertenece también al círculo interno del expresidente Boris Yeltsin. Según la información no oficial que filtra el Kremlin, el primer ministro es el próximo posible candidato a dimitir. El lunes, Putin reprimió a Kasianov, a quien reclamó que los miembros del Gobierno cesen "el histerismo y las especulaciones" sobre el caso Yukos.