Con los brazos abiertos, exultante de alegría, la víctima de un colosal error judicial británico posaba en la puerta de la sede de la magistratura, en Londres, al recobrar la libertad. Nadie puede devolverle a Robert Brown, de 45 años, el cuarto de siglo que ha pasado en la cárcel por un crimen que no cometió. "Me ha llevado 25 años, pero hubiera luchado otros 25", declaró el exconvicto, después de que el martes el Tribunal de Apelación anulara su condena.

Brown tenía 19 años cuando fue sentenciado a cadena perpetua por el asesinato de Annie Walsh. El cadáver de la mujer fue hallado en su piso a las afueras de Manchester, en enero de 1977. El joven fue detenido cuatro meses más tarde. Los policías le dieron una paliza y en 36 horas le obligaron a firmar una confesión y falsificaron dos declaraciones, además de esconder una prueba pericial clave.