Con una primera parada en México, convertida en una prioridad para Washington por la lucha del Gobierno de Felipe Calderón contra los narcos y por la inmigración, Barack Obama emprendió ayer su primer viaje a Latinoamérica para participar, a partir de hoy, en la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago. Al igual que hiciera en su reciente gira por Europa, la intención de la Casa Blanca con este viaje es mostrar el cambio de talante respecto a la Administración de George Bush, una voluntad más cooperativa y menos frentista que la de su antecesor.

Esta voluntad se reflejó ayer en un artículo de Obama que se publicó en 11 países latinoamericanos y en el que afirma que los países americanos tienen que elegir entre apostar "por un objetivo común" o permanecer anclados "en los viejos debates del pasado". Obama admite en su artículo que EEUU no siempre ha prestado la atención debida a sus vecinos, pero propone algo parecido a un inicio de cero en las relaciones continentales.

Ayer, en México, Obama se encontró con un presidente al que tilda de "heroico" por su lucha contra el narcotráfico y al que ofreció ayuda económica y logística. Según un portavoz de la Casa Blanca, la intención de Obama era anunciar en México su apoyo a un tratado regional contra el tráfico de armas.

La prueba del nueve de la cumbre para Obama será la cuestión cubana. Su gesto de levantar las restricciones a los viajes y las remesas de los cubano- estadounidenses ha sido bien recibido. Pero lo que la región viene reclamando es el levantamiento del embargo y el retorno de La Habana a la Organización de Estados Americanos (OEA), de la cual fue expulsada en 1962.

Ayer, en Río de Janeiro, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y su colega colombiano, Alvaro Uribe, coincidieron en la necesidad de que Cuba debe volver a participar de ese mecanismo de integración hemisférica.