En el diccionario de la Real Academia, la primera definición de "extraordinario" es "fuera del orden o regla natural o común". Ayer, el adjetivo se repetía desde que el comité encargado de otorgar el Premio Nobel de la Paz anunciaba en Oslo su elegido de este año, el más debatido de las últimas décadas. El presidente de EEUU, Barack Obama, se convirtió por sorpresa, a los 48 años, en el tercer líder estadounidense en activo en recibir el premio tras Theodore Roosevelt en 1906 (por la paz ruso-japonesa) y Woodrow Wilson en 1919 (por el Tratado de Versalles), y el primero en hacerlo en su primer mandato.

Los cinco miembros del comité, que se reunieron por última vez el 5 de octubre y dieron su voto voto unánime a Obama, justificaron la selección entre los 205 nominados de este año por "sus extraordinarios esfuerzos para reforzar la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos". Destacaron "la visión y el trabajo de Obama por un mundo sin armas nucleares", y lo identificaron como responsable de haber creado "un nuevo clima político internacional".

UN FUTURO MEJOR "Solo en raras ocasiones ha capturado una persona como Obama la atención mundial y ha dado a sus gentes esperanza de un futuro mejor", señaló el comité, recordando que durante 108 años han intentado "estimular precisamente la política internacional y las actitudes de las que Obama ahora es principal portavoz mundial".

Los murmullos y bocas abiertas con que se recibió la noticia durante el anuncio en Oslo se repitieron a lo largo de la jornada en todo el mundo. El propio galardonado, en declaraciones en el Rose Garden de la Casa Blanca cinco horas después de recibir la noticia, se confesó "sorprendido y profundamente honrado". Obama se empeñó en identificar el Nobel "como una afirmación del liderazgo estadounidense en nombre de las aspiraciones de la gente en todas las naciones", no como un reconocimiento a sus "propios logros". Y llegó a confesar que no siente merecer "estar en compañía de tantas figuras reformadoras que han sido honradas por el premio".

Tanto parte de la prensa como algunos críticos cuestionaron el premio, esgrimiendo argumentos como la falta de logros concretos de Obama, comandante en jefe de un país inmerso en dos guerras abiertas --Afganistán e Irak-- y, pese a un nuevo compromiso con la lucha contra el cambio climático, paralizado en los avances legislativos. Las voces críticas recordaban que la fecha límite de nominaciones, el 1 de febrero, supone que fue nominado cuando aún no llevaba dos semanas como presidente.

Y mientras unos hablaban de "un sobresaliente dado antes de acabar el examen", otros apuntaban al carácter político de la decisión, aunque no llega al nivel del premio en el 2002 a Jimmy Carter, que un miembro del comité noruego llegó a definir como "patada en la espinilla" a las políticas belicistas de la Administración Bush. Los republicanos no felicitaron a Obama.

"HABRA CRITICAS" Desde Oslo, se recordaba, para justificar la elección, que otros galardonados como Mijail Gorbachov o Willy Brandt fueron reconocidos por políticas que dieron frutos años después. "Habrá críticas porque no ha logrado sus objetivos", admitió Agot Valle, miembro del comité. "Llevará tiempo, pero esto es un apoyo", concluyó.

Obama recordó que "durante la historia, el Nobel de la paz no solo se ha usado para honrar logros específicos" sino para impulsar causas. "Por eso --dijo-- aceptaré el premio como un llamamiento a todas las naciones para enfrentarse a los retos compartidos del siglo XXI, retos que no pueden ser superados por un solo líder o una sola nación".