Obligado por el mensaje enviado por los israelís en las urnas, el vencedor de las elecciones del martes, Ehud Olmert, miraba ayer hacia su izquierda para forjar la coalición de gobierno que le permita llevar adelante su plan de marcar las fronteras estables de Israel de forma unilateral. El renacido Partido Laborista y el sorprendente Partido de los Pensionistas son los dos candidatos casi obligatorios a recibir una llamada de Olmert, aunque ello forzará al Kadima a plantear programas sociales alejados de las políticas económicas ultraliberales del último Ejecutivo de Ariel Sharon.

Curiosamente, la capacidad de maniobra que tendrá Olmert para llevar a cabo su plan con los palestinos --desmantelar algunas colonias de Cisjordania para quedarse y ampliar las más importantes y retener Jerusalén a cambio-- dependerá de asuntos internos israelís, sobre todo de la economía. Y es que la posición del Kadima (28 escaños) es mucho peor que la prevista, y por ello necesita una amplia coalición con la izquierda y los partidos religiosos (Shas y Judaísmo Unido de la Torá), que también basan gran parte de sus programas en asuntos sociales.

APOYO CON RESERVAS Olmert no es Sharon, y el electorado israelí le ha otorgado su apoyo, pero no le ha dado carta blanca. Estos dos aspectos son los que aventuran, con la cautela que la impredecible política israelí siempre impone, que Olmert no puede dirigirse a su derecha (el Yisrael Beitenu y el hundido Likud), ya que ninguno de ambos apoya sus planteamientos.

Por eso, varios dirigentes del Kadima decían ayer que el casi neonato partido que fundó Sharon a su medida ha entendido el mensaje, y que prepara un Ejecutivo con un marcado programa social. Consciente de su papel clave, el Partido Laborista inició ayer contactos con el Shas y el Partido de los Pensionistas para formar un frente común de defensa de políticas sociales con el que negociar con el Kadima. Algunas fuentes laboristas indicaron que Peretz, un antiguo dirigente sindicalista, exigirá el Ministerio de Economía.

A nivel internacional, la victoria de Olmert recibió el previsible espaldarazo de la Casa Blanca. Su inquilino, George Bush, felicitó por teléfono al vencedor y le invitó a visitar Washington en cuanto sea investido primer ministro. La UE también felicitó al ganador de las elecciones, aunque le animó a "dedicar todos los esfuerzos" a lograr un acuerdo de paz con los palestinos.

Reanudar el proceso de paz es la oferta que Olmert transmitió en su discurso postelectoral al líder palestino, Mahmud Abbás (alias Abú Mazen ), aunque después afirmó que si no es posible la negociación, Israel actuará unilateralmente. Una profecía autocumplida, porque con Hamás al frente de la ANP, Israel no dialogará. Por eso, Abú Mazen dijo que "las elecciones no cambiarán nada mientras el plan de Olmert se base en movimientos unilaterales".