El presidente de EEUU, George Bush, negó ayer que su país estuviese sumido de nuevo en una guerra a gran escala en Irak, seis meses después de haber dado por finalizadas las principales operaciones, a pesar del creciente aumento de muertos y atentados que sufren los estadounidenses.

"Esa gente quiere que nos retiremos", dijo Bush, quien aseguró que EEUU "continuará la búsqueda de terroristas" culpables de la violencia en Irak. También se mostró convencido de que sus tropas atraparán a Sadam, "que intenta causar problemas". Esos problemas se han traducido ya en 383 muertos en las filas de EEUU desde que invadió Irak, el 20 de marzo, que no ha podido frenar la violencia que asola el país, hasta el punto de que ayer el centro de Bagdad, donde está el cuartel general de las fuerzas de ocupación, sufrió el impacto de varios obuses, que causaron cuatro heridos, tres estadounidenses.

Desde California, Bush tuvo palabras de aliento para las familias de los 16 soldados muertos el domingo en Faluya, el atentado más grave sufrido por EEUU desde que invadió Irak. "Murieron por una causa más importante que ellos mismos", dijo.

Mientras, en Irak, un juez del Tribunal de Apelaciones de Mosul fue asesinado ayer cuando salía de su domicilio. Otro juez falleció en Kirkuk en un tiroteo entre insurgentes y estadounidenses, lo que eleva a tres los jueces muertos en las últimas 48 horas en Irak.