El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, se fue ayer de Moscú con la misión cumplida. Como presidente de turno de la Unión Europea (UE), logró que el jefe de Estado de Rusia, Dmitri Medvédev, aceptase fijar un calendario para la retirada definitiva de las tropas rusas de Georgia, excepto en las dos regiones secesionistas de Osetia del Sur y Abjasia. También consiguió persuadir a Moscú para que dé luz verde a la presencia de observadores de la UE en la región, a lo que hasta ahora era reacio.

"La retirada se hará efectiva en el curso de 10 días después del emplazamiento en esa zona de mecanismos internacionales, que incluyen no menos de 200 observadores de la UE, lo que deberá ocurrir no más tarde del 1 de octubre", dijo ayer Medvédev en la rueda de prensa que compartió con el presidente francés tras una reunión que duró más de cuatro horas. Sarkozy, por su lado, señaló que había entregado a Medvédev una carta del presidente de Georgia, Mijail Saakashvili, en la que se compromete a no volver a utilizar la fuerza militar contra las dos regiones independentistas.

SUPRESION DE LOS CONTROLES El acuerdo alcanzado incluye también desmantelar en menos de una semana todos los controles militares rusos levantados alrededor del estratégico puerto de Poti, en el mar Negro. Las autoridades de Georgia denunciaron ayer, sin embargo, que Rusia había reforzado con varias decenas de soldados más su presencia militar en esta zona y que dos aviones de combate rusos habían violado el espacio aéreo georgiano. Según el Gobierno de Tiflis, en Georgia hay actualmente 1.470 soldados rusos, a los que habría que añadir unos 6.000 más en Osetia del Sur y Abjasia.

Los dos mandatarios pactaron también celebrar una conferencia internacional el 15 de octubre en Ginebra sobre "las modalidades de seguridad y de estabilidad de Osetia del Sur y Abjasia", según dijo Sarkozy, quien en la reunión con Medvédev estuvo acompañado por el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana. El debate sobre las dos regiones estaba previsto en el punto sexto del plan de paz que Rusia y Georgia firmaron el 12 de agosto y que sirvió para que cesaran las hostilidades, a pesar de que Moscú no cumplió con uno de los puntos claves del pacto, la retirada de sus tropas.

Poco después de firmar el acuerdo de agosto, Rusia reconoció la independencia de las dos provincias secesionistas. El jefe del Kremlin aprovechó ayer la ocasión para dejar claro que este reconocimiento "es definitivo e irrevocable" y predijo que la decisión de Moscú será seguida próximamente por "otros estados". Sarkozy le recordó que "la Unión Europea condena esta decisión unilateral" porque "no es Rusia la que debe fijar las fronteras de Georgia". Ayer Moscú fue todavía más lejos, y anunció la apertura de relaciones diplomáticas con las regiones independentistas.

Sarkozy dijo que de cumplirse todos los puntos pactados ayer con el presidente ruso, la UE no tendrá ningún problema en reanudar las negociaciones sobre un nuevo acuerdo de cooperación con Moscú. Los contactos se interrumpieron el 1 de septiembre como represalia a la intervención militar rusa en Georgia.

LIMPIEZA ETNICA Por otro lado, el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya (CIJ), empezó a estudiar la denuncia presentada por el Gobierno de Tiflis que acusa al Ejército ruso de limpieza étnica en Osetia del Sur y Abjasia.

La implicación de la UE en el conflicto del Cáucaso tiene un trasfondo económico. La UE depende en un 30% de las importaciones de gas y petróleo de Rusia, pero la economía de este país depende a su vez en un 70% de sus exportaciones de energía a Europa, según la Agencia Internacional de la Energía.