La reanudación del juicio contra Sadam Husein y siete de sus excolaboradores, que se celebró ayer en Bagdad, duró menos de tres horas. El juez se vio obligado, por segunda vez, a aplazar el proceso hasta el próximo 5 de diciembre. La razón fue la negativa del exvicepresidente iraquí, Taha Yasín Ramadán, a aceptar el abogado de oficio que le había designado el tribunal.

El letrado que lo defendía fue asesinado un día después de que se abriera el proceso, el 19 de octubre. En la vista de ayer se escuchó la declaración de uno de los testigos claves del caso que se juzga: la matanza de 148 shiís en la localidad de Dujail, en 1982, tras un atentado fallido contra Sadam.

Lo primero que hizo Sadam Husein tras situarse frente al Tribunal Especial Iraquí (TSE) fue saludar: "Paz para la gente de paz", dijo mientras sostenía un ejemplar del Corán. El dictador se quejó porque en el edificio que alberga el proceso --situado en la protegida Zona Verde-- el ascensor no funcionaba y tuvo que subir cuatro pisos a pie, esposado y custodiado.

LOS REPROCHES El dictador acusó además a sus guardianes de haberle quitado el bolígrafo y los documentos que iba a utilizar para defenderse en la vista.

Después de que el jefe del tribunal, el kurdo Rizgar Mohamed Amin, se comprometiera a pedir a los agentes que no lo volvieran a hacer, Sadam le espetó: "Usted es el jefe. No quiero que les pida nada. Debería ordenárselo. Estamos en nuestro país".

El único testimonio de la matanza que se escuchó ayer fue el de un exmiembro de los servicios secretos de la dictadura, Wahab Ismail al Sheij, quien murió hace tres semanas de cáncer y dejó grabada su declaración. Sheij cifró en 400 las personas que fueron detenidas en Dujail.

El exsecretario de Justicia de EEUU en los 70 Ramsey Clark se unió ayer al equipo de abogados defensores de Sadam. Clark, un abogado muy crítico con la invasión de Irak, cree que es imposible celebrar un juicio justo en un país que está bajo ocupación militar extranjera.