Hace dos años, en un lujoso hotel de Bangkok, prometió a miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) 800 misiles tierra-aire, 5.000 rifles de asalto AK-47, minas antipersona, explosivos C-4 y vehículos aéreos no tripulados. Resultaron ser agentes estadounidenses encubiertos y desde entonces el ruso Viktor Bout, uno de los mayores traficantes de armas del mundo, se encuentra en una cárcel tailandesa.

Un tribunal de Bangkok decidió finalmente ayer extraditarle a Estados Unidos. El asunto le quemaba a Bangkok, presionado por Washington --Tailandia es uno de sus aliados en la zona-- y Moscú --cuyos turistas rusos dejan pingües beneficios en sus playas--. Rusia no quería que uno de sus exespías acabara ante la justicia estadounidense.

El tribunal revocó ayer el fallo de una instancia inferior que había denegado la extradición alegando que las FARC no eran una organización terrorista sino política. Barack Obama, presidente de EEUU, llamó al embajador tailandés esta semana para trasladarle su petición. Tras escuchar la decisión, Bout se abrazó a su mujer e hija y lloró.

Bout salió del anonimato que rodea al gremio con la película El señor de la guerra, protagonizada por Nicolas Cage. El libro El mercader de la muerte, de dos expertos estadounidenses, cuenta cómo Bout aprovechó el desmantelamiento de la URSS a principios de los 90 para comprar a bajo precio viejos aviones militares que languidecían en aeródromos de las repúblicas exsoviéticas. Con esa flota regó de armas los conflictos de medio mundo, ignorando los embargos de las Naciones Unidas.

Sus suministros han llegado a Suramérica, Oriente Próximo y Africa, con una cartera de clientes que incluye a Charles Taylor o Muamar el Gadafi, líderes de Liberia y Libia. También nutre el arsenal de Al Qaeda, según Washington y Londres.

SEIS PASAPORTES Personaje poliédrico y políglota (habla seis idiomas y se defiende en algunos más), llevaba seis pasaportes cuando fue detenido. Sus servicios eran requeridos por su eficacia y también por sus ajustados costes. Tanto que fueron prestados también a EEUU en su campaña iraquí y a la ONU.

No era raro que alimentara con sus armas un conflicto y después la ONU le contratara para enviar ayuda humanitaria. Bout, de 46 años, había estado en el Ejército ruso, de donde pasó a la KGB. Su abogado le definió ayer como un preso político y negó legitimidad a EEUU. La extradición se ejecutará en un plazo de tres meses. De ser declarado culpable, se enfrenta a una pena máxima de cadena perpetua.