En una guerra de múltiples frentes abiertos contra Al Qaeda y el terrorismo integrista islámico, el de Yemen había escapado no de los servicios militares internacionales pero sí muy a menudo de los focos de los medios. Ya no.

Al Qaeda en la Península Arábiga, el grupo que actúa en el país y en Arabia Saudí, se atribuyó el patrocinio del atentado frustrado de Detroit en represalia por los recientes ataques al grupo con apoyo del Ejército de EEUU. Y el Gobierno yemení confirmó que el supuesto terrorista, Umar Faruk Abdulmutalab, que ya estuvo en el país en el 2004 y el 2005, hizo otra estancia este año de primeros de agosto a primeros de diciembre. Estudiaba árabe en un instituto cuyo director ayer era interrogado por segundo día.

El incidente ha confirmado que Yemen es terreno para los yihadistas. En el 2006 la ayuda militar de Washington a Saná fue de 8 millones de euros, y en los próximos 18 meses rondará los 50.

El ministro de Exteriores yemení, Abubakr al Kirbi, reclamaba ayer en la BBC más colaboración internacional, especialmente de EEUU, el Reino Unido y la UE. Kirbi hablaba ayer de dos o tres centenares de militantes de Al Qaeda en el país y de que "quizá planeen ataques como el de Detroit". Otros cálculos estiman en 2.000 los miembros de la red terrorista o entrenados por ella.