Muy pocos dudaban de que la sarta de patrañas con las que Bush justificó la invasión de Irak eran eso, mentiras. Sin embargo, el presidente llegó a hacer doctrina oficial de sus embustes en el discurso sobre el estado de la Unión. Mintió ex profeso y a sabiendas. Todo valía en pro de una gesta liberadora , que se vendió como un paseo militar. Ahora, cuando sigue el goteo constante de bajas norteamericanas y su popularidad mengua, Bush afirma que la CIA le engañó. Y a Tenet no le queda más remedio que tragarse el sapo para lavar la enfangada imagen de su nada santo patrón.