La comunidad shií de Irak volvió a ser ayer el blanco de otro sangriento atentado terrorista que acabó con la vida de cerca de 80 personas y dejó a más de 160 heridas. El ataque se registró en una importante mezquita del norte de Bagdad, y los autores fueron tres suicidas, al parecer hombres disfrazados de mujeres.

Esta nueva matanza de civiles tensa aún más las relaciones entre shiís y sunís, que mantienen al país en una situación de preguerra civil, mientras los líderes políticos siguen sin ponerse de acuerdo sobre la formación de un Gobierno de unidad nacional. Dos de los kamikazes se hicieron explotar en el interior del templo, y un tercero en la calle, justo en el momento en que los fieles abandonaban la mezquita tras participar en la plegaria del viernes, la más multitudinaria de la semana.

Los terroristas escogieron como objetivo la mezquita Baraza, uno de los centros religiosos shiís más populares de la capital iraquí, en el barrio de Utaifiya.