Para algunos, los demócratas estadounidenses están haciendo lo que los votantes les pidieron al darles la victoria en las legislativas de noviembre: hacer oposición y desafiar las políticas de la Administración en temas tan conflictivos como la guerra de Irak. No para George Bush. Ayer, en una rueda de prensa en la Casa Blanca, el presidente atacó al Partido Demócrata ante todo, pero no exclusivamente, por su desafío en el Congreso con los fondos de urgencia para las tropas en Irak. La visita a Siria de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, fue también diana de sus críticas.

Obviando el boicot diplomático a Siria que Washington intenta mantener desde el asesinato en el 2005 del exprimer ministro libanés Rafic Hariri, Pelosi llegó ayer a Damasco, donde fue recibida por el ministro de Asuntos Exteriores, Ualid al Moalem, y donde hoy tiene previsto reunirse con el presidente, Bashar al Asad. Aunque no tiene poder negociador, sí tiene capacidad de proyectar una nueva imagen de la política exterior de EEUU, ya no sometida al control absoluto de la Administración.

Frente a Bush, que asegura que otras visitas de políticos estadounidenses y europeos a Siria han sido "contraproducentes", la líder demócrata defiende que el diálogo con Siria es básico para resolver conflictos como los del Líbano e Irak.

El principal frente de batalla con los demócratas volvió a ser la aprobación en ambas cámaras del Congreso de textos sobre financiación de urgencia para Irak que vetará por incluir fechas de retirada. "Basta ya de política", dijo Bush, que acusó a los demócratas de "irresponsables". "Se han ido de vacaciones sin acabar su trabajo", criticó aludiendo al receso de Semana Santa. También dijo que Irak --donde en 48 horas han muerto 10 estadounidenses-- "es más que una misión militar", insistió en que "un fracaso pondría en peligro la seguridad de EEUU" e intentó culpar a los demócratas de los problemas que surjan: "Si no cambian de actitud, el precio lo pagarán nuestros soldados y sus seres queridos".