Ni la presión internacional ni la mediación del presidente costarricense, Oscar Arias, lograron mover ayer un ápice la postura de los golpistas de Honduras. Así que el depuesto presidente Manuel Zelaya declaró "agotado" el diálogo, demandó "endurecer las medidas" contra el Gobierno golpista presidido por Roberto Micheletti y anunció el inicio de una "insurrección" civil. Para encabezarla, Zelaya se aprestaba a volver a su país el viernes "acompañado" esta vez, no por aviones venezolanos, sino "por la prensa internacional".

"Voy a estar en Honduras y voy a seguir haciendo todo lo que tenga que hacer", dijo el derrocado líder en Managua. Zelaya anunció la formación de un "frente interno" para "derrocar" a los golpistas. Sostuvo que el artículo tres de la Constitución establece el derecho a la insurrección y que esa es la vía para forzar al "grupo usurpador a someterse a las órdenes dadas por la comunidad internacional".

El Frente Nacional de Resistencia contra el golpe, que agrupa a sindicatos, organizaciones sociales, intelectuales y algunos políticos, ha crecido a lo largo del mes, pero ayer volvía a mostrar su limitada capacidad de movilización en una simbólica toma del Congreso y en la carretera de entrada a San Pedro Sula. No obstante, el dirigente del frente Miguel Aguilar dijo: "Cuando llegue el presidente haremos las mayores concentraciones y tomas, para que el mundo sienta la resistencia que hay dentro del país". Aguilar vaticinó que la llegada de Zelaya "detonará la insurrección, porque el pueblo ya se ha sublevado".

SUSPENSION DE AYUDAS Mientras, la Comisión Europea (CE) confirmó ayer la congelación de 65,5 millones de euros de ayuda al Gobierno hondureño. La comisaria europea de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero-Waldner, matizó que si Zelaya vuelve a Honduras y se inicia un proceso de diálogo internacional, la medida se reconsiderará.