Bajo el radiante sol que ilumina y acalora estos días la capital extremeña, casi una veintena de jóvenes disfrutan de su pasión: los yacimientos romanos. Para ello, el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida ha organizado la XX edición de los cursos de verano donde realizan acciones tanto de arqueología como de conservación, así como de restauración de los restos romanos ubicados en la casa del Mitreo de la ciudad. «En conservación y restauración estamos ocho alumnos y en arqueología hay diez. Estamos divididos en diferentes lugares de la casa del Mitreo», explica Mari Paz Pérez, una de las especialistas que trabajan en el desarrollo de estos cursos estivales.

Por su parte, los alumnos disfrutan de tres semanas de aprendizaje, tanto por la mañana como por la tarde. «El curso se divide en práctica por la mañana en excavación y se intervienen dos sitios como son la casa del Mitreo y las termas de la casa del Mitreo. Luego por las tardes hay unas charlas de dos horas que son más específicas sobre el trabajo que ellos desarrollan», sostiene otra de las monitoras de la actividad, Ana Bejarano. Además, los perfiles de los alumnos de estos cursos son muy similares. «Todos vienen con muchas ganas de aprender el proceso arqueológico y la arqueología que hay en Mérida. Tenemos gente que viene de estudiar Historia, otros de Historia del Arte y también los hay recién licenciados en cursos de masters», afirma Bejarano.

Una de las alumnas que están participando en la presente edición es Míriam, natural de Lobón (Badajoz), licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Extremadura y con un máster en Arqueología por la Universidad de Cádiz. Es la primera vez que realiza este curso: «Me apunté por mi pasión a la arqueología. Es lo típico que ves desde pequeñita a Indiana Jones y yo dije que quería hacer eso. Luego te das cuenta que no es oro todo lo que reluce, que es un trabajo muy duro pero muy gratificante. Lo que más me llamó la atención de este curso fue la parte de la práctica, porque por desgracia en las universidades no te dan prácticas de nada». Míriam se reconoce una «loca de Mérida» y sostiene que cada vez que puede visita los monumentos de la ciudad.

Bejarano, por su parte, asegura que siempre ha tenido «buena acogida entre los alumnos estas actividades porque Mérida es un yacimiento único, no solo por el volumen de restos arqueológicos con los que contamos, sino porque es un campo de trabajo único a la hora de conocer todo lo que es un proceso arqueológico». Además, indica que como novedad respecto a los últimos años, el curso cuenta con una semana más de docencia que se aprovecha para realizar más actividades como «talleres, prácticas de dibujo y taller de mosaico para que los alumnos tengan un conocimiento más profundo de todas las disciplinas que se pueden abarcar».