Q ue esta semana leyera en el muro de una conocida red social a una madre de una preciosa niña, quien comentaba indignada que en el Festival Womad celebrado en Cáceres el pasado fin de semana, un padre de otro niño, al acercarse su hijo a jugar con la niña, manifestó literalmente «no te preocupes, está acostumbrado a tratar con estos niños», indica muchísimas cosas y, lamentablemente, más malas que buenas.

Si el niño no percibió nada extraño al encontrar una compañera de juego con la que compartir un rato divertido, ¿por qué el padre sí? Sencillamente porque continuamos sin ver, como dice El Principito, que lo esencial es invisible a los ojos y, este señor, con todos mis respetos, ve poco o, al menos, mal.

No venimos a este mundo con prejuicios. Multitud de estudios prueban que los adquirimos con el aprendizaje al igual que la maldad es aprendida y, con el tiempo, vamos perdiendo la inocencia innata y propia en cualquier niño a medida que ganamos experiencia.

Es por esto por lo que, a día de hoy, debemos de organizar y celebrar actos como el que esta pasada semana ha tenido lugar en la plaza Mayor de Plasencia, La Plaza de la Diversidad. Donde se ha instalado una pasarela durante tres días para recuperar la ya popular en los años 80, Semana de la moda.

Gracias a la colaboración del Ayuntamiento de Plasencia al completo y dirigida por Diego Neria, ha contado con una madrina de excepción, Ágatha Ruíz de la Prada, que presentaba su nueva colección de otoño-invierno 2018-2019 y quien, aunque ausente físicamente, no lo estaba virtualmente para apoyar el evento a través de una grabación y cuya representación corrió a cargo de su hijo Tristán.

Gracias a actividades como esta y a través de modelos de lujo, protagonistas imprescindibles para dar visibilidad al colectivo transexual, rompiendo con estereotipos y a favor de la normalización. Con la única intención de lanzar un mensaje de respeto y reivindicación de la diversidad hacia todas las personas y a petición de la Fundación Triángulo.

Emotivo cuando menos por el recuerdo de personas ausentes entre nosotros hoy, ha logrado por unas horas al menos, aparcar creencias, signos y prejuicios a favor de todos y cada uno desde la igualdad, sin distinción de ningún tipo, precisamente, como si volviéramos a ser niños.