Tal día como un 16 de marzo de 1940 y en España, las once de la noche pasaron a ser las doce por orden del gobierno de Franco.

El anuncio afirmaba que oportunamente se avisaría del restablecimiento de la hora normal. Este hecho nunca sucedió y, 77 años después, esa anomalía sigue marcando el día a día de todos y cada uno de españoles. Al llegar el otoño, la hora no se amoldó al horario anterior de invierno y así permaneció hasta 1942, cuando España reanudó el horario de verano, adelantando de nuevo el reloj una hora en esos meses (GMT+2).

Pasamos el día soñando despiertos, la mayoría, con el momento de llegar a casa tras el trabajo, meternos en la cama, cerrar los ojos y poder dormir, a poder ser, como un bebé. Esa capacidad innata, que perdemos con los años, son pocos los afortunados que la conservan.

Todos hemos oído a los abuelos quejarse de no pegar ojo y sentir las campanadas del reloj marcando las horas, aunque luego dormitaran durante el resto del día, para negarlo si se lo hacías notar. Como después a nuestros padres, tras escucharles conversar a altas horas de la madrugada, al regresar de fiesta o, como un zombie, te levantabas sin consciencia al baño. Y por la mañana, percibías que algo no iba bien por las ojeras de sus caras. Pero hasta que uno no se hace mayor, cree que a él no le va a pasar, claro.

Lamentablemente, crecemos y acarreamos responsabilidades que nos roban el sueño nocturno, contribuyendo a ello lo tarde que nos acostamos, tras cenar y ver la serie película de turno, que en nuestro especial horario, se traduce a una hora intempestiva. Madrugamos como el resto de europeos y nos acostamos como si no hubiera mañana, contraviniendo cualquier consejo médico. En conclusión, dormimos poco y no demasiado bien.

Los trastornos del sueño son cada vez más habituales por diferentes motivos, por ello, la Asociación Mundial de Medicina del Sueño (WASM) celebró el Día Mundial del Sueño el pasado viernes, 17 de Marzo, llevando a cabo la realización de diversas actividades en todo el mundo para concienciar a la sociedad, promover la prevención, la educación y una mejor comprensión de un trastorno que afecta a la salud y la calidad de vida del 45% de la población. ¿Dormir hasta las 12.00 h. fue sólo un sueño? Creo que sí.