Las oenegés no se conforman con el papel de víctimas del overbooking de la cumbre de Copenhague que parece haberles reservado la organización. Ayer montaron sonoras protestas, que culminaron con un intento de entrada masiva al búnker del Bella Center, donde se celebra la conferencia, que se saldó con una dura respuesta policial y 250 detenidos. Y quizá solo haya sido el aperitivo. Es muy probable que la rabia de los ecologistas vaya en aumento conforme se suspenden sus acreditaciones. De los 21.000 miembros de oenegés autorizados para asistir a todas las sesiones de la cumbre, ayer solo podían entrar 7.000. Hoy serán solo 1.000 los agraciados, y mañana --la jornada decisiva de la cumbre--, solo 90.

METRO CERRADO El control fue ayer tan férreo que incluso se cerró la parada de metro que deja justo en la puerta de la cumbre. Los asistentes tuvieron que andar medio kilómetro bajo una ligera nevada. Al son de eslóganes tan manidos --pero quizá tan actuales-- como "el poder para el pueblo" y "tomemos el poder", unos 2.500 manifestantes se dirigieron al Bella Center con la intención de "tomar por la fuerza" lo que la organización les había arrebatado. Pero no tenían posibilidad alguna. La policía les paró los pies a unos 200 metros de la valla de entrada con porras y gases lacrimógenos. Otros más ingeniosos, que intentaron colarse en bici a través de un vecino campo de golf, estuvieron a punto de lograrlo, pero se quedaron en eso: solo a punto.

No fue el único incidente del día. El líder altermundista José Bové estuvo a punto de ser expulsado cuando salió a interceder para que pudieran entrar un centenar de militantes de Amigos de la Tierra. Tras verse rodeados de policías que pretendían expulsarlo, Bové se sentó en el suelo. Solo la credencial de eurodiputado francés le salvó de ser expulsado en volandas. "Los Amigos de la Tierra, que llevan años trabajando contra el cambio climático, se ven expulsados cuando llega la fase final. Es la negación de la democracia", deploró Bové.

Los incidentes hicieron que los servicios de seguridad bloquearan las entradas. La imagen de centenares de periodistas y delegados esperando para entrar se repitió, aunque con menos gente, por tercer día.