Parecía una posibilidad remota, pero ha ocurrido: un viejo satélite militar que el Gobierno ruso había jubilado hace por lo menos 14 años se estrelló el martes contra otro satélite, un aparato comercial de la empresa estadounidense Iridium, a unos 800 kilómetros de altura sobre la estepa siberiana. Lo que hace 20 o 30 años hubiera desencadenado quién sabe qué conflicto entre las dos superpotencias (guerra fría) ha derivado, en esta era tecnológica, en una repentina marea de inquietud que afecta a los especialistas del ramo. Dicen que si ocurrió una vez, volverá a ocurrir. Dicen que hay que poner un orden allá arriba. Dicen que hay demasiados artefactos sueltos por el espacio.

Centenares de pedazos de basura espacial se desplazan ahora sin control por la órbita terrestre, y se teme que causen más problemas. El Kosmos 2251 ruso, de 900 kilos, y el Iridium 33 estadounidense, de 560, estaban unos 400 kilómetros por encima de la órbita de la Estación Espacial Internacional (ISS), pero el choque hizo que los escombros salieran disparados hacia arriba y hacia abajo, con lo cual existe un riesgo, "mínimo", según los científicos, de que este símbolo de la cooperación internacional resulte perjudicado. El Pentágono y la NASA, por si acaso, han puesto en marcha un dispositivo especial de vigilancia. En el peor de los casos, la ISS podría virar.

Existen pocos antecedentes de un accidente de este tipo, y en todo caso se trataba siempre de pequeños objetos, cohetes abandonados. "Es la primera colisión de dos naves espaciales intactas en órbita", aclaró ayer la NASA. El impacto, según comunicó la agencia espacial estadounidense, produjo un destello visible desde la Tierra.

MUNICION EN MOVIMIENTO "El problema con una colisión como esta es que, más que destruir satélites, crea otros, muy pequeños, que son como munición en movimiento", declaró Andrew Brokes, analista aeroespacial del Centro Internacional de Estudios Estratégicos de Londres. Otro experto, Francisco Diego, dice es hora de preocuparse por lo que sucede ahí arriba. "No puedo poner un número a la posibilidad de que esto ocurra de nuevo, pero ahora que ha ocurrido las cosas cambian, y todo esto se convierte en un nuevo motivo de preocupación".

"A largo plazo --señala Brokes-- se puede hablar de implicaciones geopolíticas, pues a partir de cierto momento la gente empezará a preguntarse: ¿Fue deliberado´". Casi todos los que se han pronunciado sobre el caso apuestan por que los países con intereses espaciales se sienten, hablen y hagan algo para arreglar el desorden. De momento, la llamada Red de Vigilancia Espacial sigue el rastro de los cerca de 18.000 artefactos de todo tipo, mucha basura incluida, que dan vueltas alrededor del planeta. Entre ellos, los 66 satélites de telecomunicaciones que controla la empresa Iridium, que ya ha dicho que su aparato estaba en perfectas condiciones. Que el accidente no es culpa de ellos.

Informar, por otra parte, que un nuevo mapa de la Luna un equipo científico internacional ha elaborado un nuevo mapa de la Luna que muestra cráteres nunca antes vistos en sus polos e indica que hay muy poca agua en el satélite, informó ayer la revista Science .