La imagen de modernidad de la nueva terminal del aeropuerto de Barajas de Madrid T-4 ha quedado empañada por el caos organizativo que se produjo ayer. También se protestó por la contaminación sonora creada por la instalación. Ser moderno es más que un diseño arquitectónico. Tampoco las autoridades políticas estuvieron a la altura de los vuelos: aprovecharon la oportunidad para loar la titularidad estatal del proyecto.

*Periodista.