Dos mujeres muertas a hachazos, en su propia casa, en una tranquila calle peatonal del centro de Rubí, un domingo por la tarde, a plena luz del día. Sorprendente y brutal, sin explicación. No hubo robo, pero sí mucha violencia. Ingredientes más que suficientes para desatar el miedo en esta ciudad catalana, que ayer se despertó con la trágica noticia del doble asesinato.

Los cadáveres de Roser Llugany Mercé, de 89 años, y de su hija, María Rosa Borrás Llugany, de 68, fueron encontrados por Neus C. B., nieta e hija de las anteriores, en el domicilio familiar que compartían las tres, en el número 20 de la calle de Sant Cugat. Eran las 15.30 horas.

ENSAÑAMIENTO

Cuando llegaron los primeros efectivos de la policía local y una ambulancia, los dos cadáveres estaban en el suelo, rodeados de sangre, en el comedor y en un dormitorio. Ambos presentaban graves lesiones en la cabeza, y especialmente en el rostro, producidas por golpes realizados con un objeto contundente. Un hacha, según fuentes próximas a la investigación, aunque la policía rehusó confirmar este extremo. Un empleado de la empresa de ambulancias que acudió el escenario del crimen explicó que una de las víctimas estaba desfigurada.

HIJAS CASADAS

El doble asesinato se produjo entre las 14.00 y las 15.30 horas. A las dos de la tarde, una de las dos hijas casadas de María Rosa Borrás salió de la vivienda, a la que había ido para recoger a su hija pequeña, de 3 años, que había comido con su abuela y su bisabuela. Pocos minutos después, el autor o autores del homicidio debieron llamar a la puerta, ya que ésta no fue forzada. Las dos mujeres mayores abrieron sin temor, quizá pensando "que la hija había olvidado algo", dijo un vecino.

Pese a la brutalidad de la agresión, la tranquilidad de la calle y la hora, nadie oyó nada.