TQtuerido Fran , tienes desconcertados a los chicos de la librería El Buscón. Al enterarnos de lo tuyo, después de correr al diccionario para averiguar que un linfoma no es una variedad de piedra preciosa sino un cáncer, decidimos que, teniendo en cuenta tu habitual mal fario, deberíamos ir comprando un ataúd. Busconcete , hombre bueno como pocos, dijo que nada de comprar un ataúd cualquiera, teníamos que hacernos con el mejor, uno con colchón de látex, MP3 y aire acondicionado. "Todo sea por hacerle cómoda la vida al cadáver". Poco después telefoneé a tu madre para saber si habías muerto ya y me dijo que estabas demasiado entretenido mirando los partidos en la televisión, que llamara después de los mundiales. Pues bien, pasaron los Mundiales de Fútbol, y también los de Baloncesto, y ahí seguías, obstinado en abrazarte a este mundo cruel con garfios de esperanza. Bubi , que como empleado del tanatorio algo sabe de estos temas, quiso organizar tus exequias, pero las casas funerarias nos advirtieron de que con la legislación vigente nadie puede ser enterrado mientras siga respirando. "Respira, pero es una respiración entrecortada", contraatacó Lolo Gandía . "Ni aun así", objetaron. Cada día leíamos el periódico en busca de tu esquela u obituario, pero nunca tuvimos suerte: lo único que encontrábamos allí eran tus textamentos , vivitos y coleando. Nos sorprende que hayas rechazado las promesas de eternidad del Más Allá para mantenerte en este efímero y caótico Más Acá. En cualquier caso, seguimos barnizando tu ataúd: no queremos que tu muerte nos pille desprevenidos. Con aprecio, tu amigo Héctor Garrido .