Acosado por el temporal de críticas a su lenta y fría respuesta ante la catástrofe humana y económica generada por el huracán Katrina , el presidente de EEUU, George Bush, anunció ayer el envío de 7.000 soldados más a la devastada Nueva Orleans, capital de Luisiana, con la "prioridad de restaurar y mantener la ley y el orden", además de "ayudar en las tareas de recuperación y evacuación". Apenas dos horas después, el Pentágono comunicó que también enviará a 10.000 guardias nacionales, por lo que en los próximos tres días llegarán a la zona afectada 17.000 miembros de las fuerzas armadas estadounidenses.

"En EEUU no abandonamos a nuestros ciudadanos en sus horas bajas", recalcó el presidente. También volvió a reconocer que "no es aceptable" una actuación tan deficiente del Gobierno ante los estragos del ciclón, en una alocución televisada a toda la nación que sustituyó su habitual discurso radiado de los sábados.

POSIBLE SEGUNDA VISITA La Casa Blanca siguió intentando contrarrestar el daño que ha sufrido la imagen de Bush, debido a la falta de reacción inicial ante las caóticas imágenes de una ciudad sumida en el sufrimiento, el saqueo y la pestilencia, que dejaron atónitos a todo el país y al mundo. Ahora el énfasis es mostrar la preocupación del presidente por las víctimas del Katrina y, por esa razón, podría visitar de nuevo las zonas devastadas mañana.

"Completaremos la evacuación con la mayor seguridad y rapidez posibles", prometió Bush con voz firme, flanqueado por los secretarios de Defensa y de Seguridad Nacional, Donald Rumsfeld y Michael Chertoff, respectivamente. Actualmente, se encuentran en la zona 4.000 soldados y 21.000 miembros de la Guardia Nacional, que pronto recibirán la ayuda de los 7.000 soldados y 10.000 guardias nacionales. Bush anunció la llegada en las próximas 72 horas de otros 7.000 soldados más. Se trata de efectivos de la 82 división aerotransportada de Fort Bragg (Carolina del Norte), de la primera división de caballería de Fort Hood (Texas) y de las divisiones expedicionarias primera y segunda de Marines, de Camp Pendleton (California) y Camp Lejeune (Carolina del Norte).

CRITICAS Ayer no hizo falta que la oposición demócrata criticase la ineficacia de la Casa Blanca. Miembros de su propio partido pusieron el grito en el cielo por el escalofrío que sacude a la nación al pensar qué podría pasar ante un gran ataque terrorista. "Si no podemos responder más rápido a un suceso como éste, entonces ¿cómo pensamos que estamos preparados para responder a un ataque nuclear o biológico?", espetó Newt Gingrich, expresidente republicano de la Cámara de Representantes.

Además, ayer no paraba de crecer la ola de denuncias de que la Administración de Bush hizo oídos sordos a los numerosos avisos de los científicos de que era preciso reforzar los diques de Nueva Orleans porque, si no, los efectos de un gran huracán serían apocalípticos.