Más del 90% de los menores condenados por homicidio o asesinato entre 1994 y el 2001 pertenecen a familias completamente estructuradas y no han vivido en un entorno de particular violencia. Estas son algunas de las principales revelaciones de un estudio sobre la delincuencia infantil, elaborado por el sociólogo Ramon Quilis Alemany, en colaboración con psiquiatras y psicólogos de la Academia de Ciencias Médicas de Cataluña y Baleares.

El estudio se centra en dos muestras de población infantil: una de 50 niños y adolescentes, condenados entre 1998 y el 2001, y la otra de 14, sentenciados entre 1994 y 1998. En ambos colectivos --a los que se agregaron las causas penales de cuatro muchachos más--, se trata de personas de entre 13 y 17 años residentes en España. Una tercera parte de ellos vivían en Cataluña.

EDAD CRITICA La investigación desvela que los menores suelen matar entre los 14 y los 15 años. En esa etapa, que se ha revelado crítica, se registraron un 50% de los homicidios, causados por juegos peligrosos o muertes involuntarias, y los asesinatos, que llevaron aparejadas las ganas de matar y la premeditación.

Del informe sorprende que sólo un 4% de los asesinatos tuviesen su origen en un brote psicótico. También resulta chocante que el 54% de los muchachos tuviera una probable patología, y que ésta no fuese detectada ni por la familia ni por la escuela y que, por tanto, no tuviera un tratamiento médico adecuado.

El 42% restante es un grupo aún más asombroso, puesto que eran chavales aparentemente sanos, que residían con sus padres --sin antecedentes patológicos-- y en un ambiente sin particular violencia.

Según los expertos se trataría de un colectivo con una "afectación psicológica muy ambigua".

El estudio revela que los menores mataron por un impulso incontrolado en el 54% de los casos analizados, así como por desprecio y crueldad en otro 12%. Las otras causas para acabar con la vida de una persona hay que buscarlas, por este orden, en la notoridad (8%), la inducción (8%), el vandalismo (6%), el brote psicótico (4%), los celos (4%) y la xenofobia (4%).

COMPAÑEROS Y AMIGOS ¿Contra quién dirigen sus iras? En primer lugar contra sus compañeros y amigos, que representan el 33% de los casos estudiados. Los desconocidos representan el 28% y los profesores, el 17%. La familia se lleva el resto: la madre, el 11%; el padre, el 6%, y los hermanos, el 5%.

La escuela es el lugar preferido por los menores, ya que en ella se comenten el 36% de los crímenes. Luego viene la calle, con el 30%, y los lugares abandonados --parajes y casas-- con 28%. En el hogar se registran únicamente el 5% de las muertes violentas.

¿Y cómo matan los menores? El estudio desvela que el 30% de casos los chavales utilizan un arma de fuego --la escopeta de caza de algún familiar-- y un 26% se decanta por el arma blanca: la navaja o el cuchillo de cocina. Los estrangulamientos con las manos o cuerdas representan el 22% y los golpes, el 18%.