Los tiempos han cambiado y las prohibiciones y castigos terroríficos son de dudosa eficacia a la hora de propagar la fe. Con esta filosofía, la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha suavizado, con el beneplácito del Vaticano, la descripción del infierno y la gravedad del pecado en el nuevo catecismo dirigido a los niños de 7 a 10 años que se hallan en la etapa de formación cristiana, a las puertas de recibir la primera comunión.

El infierno, a diferencia del texto antiguo, ya no es "un lugar donde los malos, apartados de Dios, sufren penas eternas", sino "el sufrimiento de los hombres que, después de la muerte, están separados de Dios para siempre". También se ha eliminado la clasificación que divide los pecados en mortales y veniales. Se habla de pecado sin más e incluso pecar ha pasado de ser "toda acción u omisión voluntaria contra la ley de Dios" a simplemente "decir no al amor de Dios, desobedeciendo sus mandamientos".

El nuevo texto, que lleva por título Jesús es el Señor , mantiene la existencia del purgatorio, pero ya no se trata de un espacio concreto de sufrimiento donde se purifican, antes de entrar en el cielo, los que mueren en gracia de Dios sin haber pagado por sus pecados. "Es el sufrimiento de los hombres que han muerto en paz con Dios, pero que tienen que ser purificados de sus pecados antes de participar en la felicidad del cielo", asegura la nueva publicación, de la que se ha hecho una tirada inicial de 100.000 ejemplares y cuya presentación corrió ayer a cargo del obispo de Tortosa y presidente de la subcomisión episcopal de catequesis de la CEE, Javier Salinas. Este explicó que se ha procurado cuidar el diseño y los elementos de representación pictórica, con el uso de un material "muy colorido y atractivo", teniendo en cuenta que va dirigido a un los niños. De paso, se han reducido a solo 76 las fórmulas de fe (frente a las 304 del catecismo de 1968).