Una jueza de Barcelona ha condenado al Servicio Catalán de la Salud a pagar 900.000 euros --con los intereses más de un millón de euros a una niña que sufrió graves secuelas causadas por una cesárea tardía y una deficiente atención sanitaria a la hora del parto. A la menor, que ahora tiene cinco años, se le diagnosticaron graves daños cerebrales. La sentencia especifica que la pequeña padece tetraparesia (parálisis de todo el cuerpo) y retardo madurativo. Necesita ayuda para comer, tiene transtornos por deglución y no realiza cambios posturales.

La titular del Juzgado Contencioso-Administrativo número 9 de Barcelona, María José Moseñé Gracia, ha estimado, de esta manera, el recurso presentado por los padres de la menor contra la desestimación por silencio administrativo de la reclamación formulada al Servicio Catalán de la Salud en septiembre del 2005. La magistrada ha declarado la responsabilidad de la Administración. El proceso ha sido tramitado por el abogado barcelonés Jorge Aznar en nombre de la asociación de Defensa del Paciente.

La sentencia relata que los primeros problemas surgieron cuando la madre acudió a un control de su ginecólogo del Hospital Clínico de Barcelona y se constató que tenía la tensión alta. Fue derivada al servicio de urgencias, donde se limitaron a esperar a que se normalizara la situación. Dos días después, la mujer volvió al centro sanitario e ingresó con un desprendimiento prematuro de placenta, por lo que se procedió a la cesárea.

FALTA DE OXIGENO Sin embargo, la operación no se practicó hasta casi dos horas después de que la mujer entrara en urgencias. Al nacer, la niña presentó una clara patología de sufrimiento fetal agudo y se le diagnosticaron graves daños cerebrales por falta de oxígeno.

La resolución judicial sostiene que los antecedentes de la madre eran indicativos para que la cesárea se realizara de forma rápida. O bien nada más ingresar en el centro sanitario, visto el dolor y la tensión arterial que sufría, o nada más producirse la motorización y comprobar que su estado era sospechoso. En lugar de ello, y a pesar de que no había respuesta del feto, se mantuvo el registro y no fue hasta que surgió otra complicación cuando se decidió ejecutar la cesárea. Y añade que tampoco se emplearon medios de diagnóstico para evitar lo sucedido.