La etapa de la adolescencia siempre ha consistido en romper con lo infantil, incluyendo la primera relación con los padres, para componer una nueva identidad imitando más o menos a los adultos conocidos y semejantes. Ese proceso, que los psicólogos describen como muy complejo en las recientes generaciones de adolescentes, puede multiplicar su dificultad en los jóvenes que han sido adoptados en países de cultura y pigmentación epidérmica distinta a la occidental.

Los especialistas prevén que en apenas cuatro años aumente de forma notable la búsqueda de ayuda por parte de familias adoptivas que se sentirán perdidas, o tal vez hundidas, ante el primer "tú a mí no me puedes mandar porque no eres mi madre (o mi padre)" lanzado por la quinceañera que adoptaron en los 90 en Rusia o India, cuando la cultura sobre este modelo familiar escaseaba y la motivación íntima de cada pareja o individuo decididos a tener hijos era el único bagaje con que se emprendía el proceso.

"Nos estamos preparando ante el boom de demandas de apoyo psicológico que se producirá en tres o cuatro años, cuando la primera generación de niños adoptados en el extranjero llegue a la adolescencia --afirma Sol Florensa, directora de la Unidad de Atención al Niño Adoptado del Institut Dexeus--. Necesitaremos profesionales especializados".

NO HAY PRECEDENTE No existen precedentes sobre este asunto, salvo algunos estudios no aplicables aquí realizados en EEUU. La casuística que alude a la evolución y reacciones de los niños adoptados --y de sus padres adoptivos-- se va elaborando sobre la marcha. Esas familias están haciendo historia. Ya se sabe, por ejemplo, que cuanto más tiempo ha pasado un niño en el orfanato que lo acogió tras separarse de su madre, peor puede ser su evolución una vez acogido.

Se entiende por "evolución" tanto la fase de ansiedad y rabietas lógicos en quien ha sido separado del cuidador que hasta entonces lo alimentó --la única familia que conocía--, como la superación de la tristeza que la pérdida de esa referencia implique, o la más o menos rápida incorporación del idioma castellano, cuando, lo único oído y tal vez hablado hasta entonces era el chino, el ruso o el hindi. Son minoría los niños adoptados antes de cumplir el año de vida. Y son mayoría los que rondan los 3 y tienen, por tanto, su pequeño bagaje.

No existen dudas sobre la inmensa importancia que para estos niños tiene el afecto que les llega de forma constante y estable. "La seguridad emocional es la clave del éxito en sus vidas", dice, rotunda, Florensa.

La máxima de que no existen dos adolescentes iguales es especialmente adecuada cuando se alude a personas nacidas en distintos continentes. Esa evidencia, no obstante, no les hace felices. La búsqueda de identidad de quien percibe que está cambiando física, psíquica y sexualmente se multiplica por dos cuando sus rasgos no encuentran un espejo en que mirarse.

"Los cambios físicos no son idénticos a los de los chicos de aquí, y no tienen con quién verse reflejados --interviene Florensa--. Esto les crea conflictos y suele ser el momento en que muchos adoptados buscar sus orígenes". Es conveniente que los padres adoptivos sientan simpatía, o estima, por el país donde nació su hijo. Y, desde luego, deberían estar informados sobre sus características. Es sano que el niño adoptado sienta cariño por su país de origen.