Anoche soñé que el director del periódico me telefoneaba para decirme que tenía que hablar conmigo. En mi sueño la conversación se cortó justo en el instante en que yo, que iba conduciendo el coche de mi padre, me adentraba en un largo y oscuro túnel sin cobertura telefónica. A la salida cogí mi teléfono móvil y marqué el número de la redacción del diario, pero no tuve suerte. Me atendieron varias personas, a las que tuve que contar mi historia: director --"tengo algo que decirte"-coche-túnel-teléfono sin cobertura-etcétera. Nadie me comprendía, y así estuve varios minutos, pasando de un redactor a otro hasta que me atendió una señorita con un timbre de voz muy dulce que me preguntó si quería contratar una línea ADSL. En la vida real nunca pierdo el tiempo escuchando estas propuestas comerciales, pero un sueño es un sueño, así que, llevado por los cantos de sirena de su melodioso timbre, me armé de valor y le confesé que aunque no me interesaba contratar ninguna línea telefónica estaría encantado de invitarla a cenar en el mejor restaurante de Ciconia.

No sé qué respondió la joven: aterrado por la posibilidad de escuchar una censura de sus labios musicales, me mudé a otro sueño. En este, volvía a atravesar el maldito túnel. Para mi sorpresa, al final del oscuro trayecto tuve que reducir la velocidad porque Gallardón , con traje y corbata y casco de obrero amarillo ahormando su maciza cabeza, me hizo un alto en el camino para advertirme: "Sepa usted que no se puede circular a más de 70 km/h por los túneles". Yo me quejé, pero él, tajante, me amenazó con expulsarme de su comunidad si volvía a rechistar.