"La niña y otros dos menores salieron corriendo de entre dos contenedores para cruzar la calle por una zona sin paso de peatones y se le echaron encima, aunque el coche tuvo tiempo de frenar porque no iba muy rápido y no llegó a atropellarla". Así relataba ayer el jefe de Policía de Sevilla el suceso del pasado domingo, en el que una familia acribilló a balazos al conductor que apenas golpeó a su hija de 7 años, que sufrió heridas leves. La policía sigue buscando al padre y a dos tíos de la menor, a los que considera autores de los disparos y que están en paradero desconocido.

El responsable policial, Enrique Alvarez Riestra, se mostró convencido de que la detención de los agresores --tres hombres de 25 a 30 años con antecedentes por robo y de etnia gitana-- se producirá en breve, pues están identificados.

Sobre el accidente, relató que a las dos de la tarde del domingo, Gaspar García, celador a punto de jubilarse en un hospital sevillano, se dirigía a su trabajo a velocidad "prudente" por la calle de Isaac Peral. De repente, el conductor se encontró a la niña y otros dos menores de unos 10 años, que cruzaban la calle corriendo para entrar en el albergue donde se alojaban.

Pudo frenar y la niña sólo sufrió contusiones y algunas heridas "propias de haber caído al suelo". Tras permanecer una noche en observación con collarín, la menor recibió el alta ayer.

La familia de la pequeña, residente en un asentamiento chabolista de Sevilla, estaba alojada desde hacía días en un albergue juvenil, ya que días atrás varios miembros se vieron involucrados en un tiroteo con otra familia gitana. Estaban preparándose para irse cuando presenciaron el accidente desde unas furgonetas aparcadas frente al recinto.

Muerte en el acto

Sin mediar palabra, el padre de la menor salió del vehículo y la emprendió a tiros con el hombre, que no tuvo tiempo de salir del coche. Su cadáver quedó tendido entre los asientos delanteros y con la puerta a medio abrir. Recibió nueve tiros, dos de ellos en la cabeza, que le causaron la muerte en el acto, aunque en el lugar se hallaron restos de otras dos balas que no le alcanzaron.

Todos los testigos apuntan a que fue el padre el autor de varios disparos, aunque la investigación no podrá disponer de imágenes de las cámaras de seguridad del albergue, que no funcionaron. El departamento de Balística sigue los análisis para determinar si los casquillos hallados son de la misma arma. Eso demostraría que el autor de los disparos tuvo la sangre fría de recargar la pistola, que sólo tiene capacidad para seis cartuchos y un en la recámara.

Tras el tiroteo, el agresor y dos tíos de la niña huyeron. Poco después, la policía detuvo a cuatro familiares de la menor, entre ellos una mujer. Tres de ellos han quedado en libertad, pero un hermano del padre de la niña, está detenido como presunto encubridor.

La muerte de Gaspar, casado y con dos hijos, ha conmocionado a sus vecinos y compañeros de trabajo, que ayer protagonizaron sendas concentraciones de repulsa. En su lugar de residencia, Coria del Río, se guardaron tres minutos de silencio y se decretó un día de luto. Por la tarde, numerosos vecinos se concentraron.

Por la mañana, los homenajes se centraron en el Hospital Virgen del Rocío, donde trabajaba Gaspar, quien "nunca tuvo un mal gesto con nadie", dijeron sus compañeros. Sus jefes lo definieron como una persona "pacífica y muy humana". Uno de ellos, Germán Ojeda, destacó: "Siempre tenía una palabra, por lo que si hubiera tenido tiempo de hablar, no estaríamos lamentando su muerte". El de Sevilla no es el primer caso en el que una familia gitana toma represalias tras un atropello. Hubo otro en Madrid.