Por más que las autoridades repitan que la situación se ha normalizado, el clima de crispación permanece en Galicia. Si el jueves era el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, el que perdía los nervios y amenazaba con abofetear a una señora que le increpó, ayer fue la ciudadanía la que rebasó los límites al zarandear en Lugo el coche del vicepresidente primero del Gobierno, Mariano Rajoy, intentando impedir que pudiera apearse del vehículo.

El político gallego se disponía a participar en un acto para respaldar a su compañera de partido y candidata a la alcaldía de Lugo, Manuela López Besteiro. Un grupo de cerca de 200 personas se concentró a las puertas de la Fundación Caixa Galicia, donde se desarrollaba el acto, para protestar por la gestión de la crisis del Prestige .

Un grupo logró saltarse el cordón policial y rodear el coche oficial de Rajoy, al que insultaron e increparon. Los guardaespaldas lograron que el vicepresidente accediese al edificio, no sin antes protagonizar un intercambio de golpes con los manifestantes. Una vez recuperada la normalidad, las personas concentradas pidieron a gritos la dimisión de Rajoy.

El nerviosismo patente en toda la comunidad es más palpable aún en las Rías Bajas, donde los pescadores siguen muy enojados con la Xunta por la reapertura del marisqueo sin tener suficientes garantías de que no iba a llegar más hidrocarburo. Pues llegó en pequeñas galletas.