La escritora Donna Leon presenta la última aventura del comisario Guido Brunetti, La chica de sus sueños (Seis Barral), serie que levanta pasiones en casi todo el mundo.

--Esta es la 17 entrega de Brunetti. ¿Cómo ha evolucionado?

--No se ha hecho muy mayor, pero ha perdido el optimismo.

--¿Muestra de eso es que resuelve el caso solo en su cabeza porque se topa con los políticos?

--Cuando algo se mezcla con la política, nunca se resuelve.

--Eso parece un análisis de la actualidad italiana.

--Llevo 25 años viviendo en ese país y nunca como ahora he visto a tanta gente tan asqueada. No descontentos o decepcionados, sino asqueados.

--¿Cuál es la filosofía de Brunetti?

--Debes intentar hacer lo que puedas para que las cosas salgan lo mejor posible.

--¿Por qué empieza la novela con la muerte de la madre de Brunetti?

--En la serie que la televisión alemana ha hecho sobre mi personaje, aparece una señora muy afectada que juega al bridge con sus amigas y que se mete a resolver los casos de su hijo, que le llama mamá. La madre de mi Brunetti es una señora menuda que tiene alzhéimer. Así que decidí matarla. (La escritora hace un corte de mangas dedicado a "los productores alemanes").

--Aborda el tema de los inmigrantes con etnias de las que habitualmente no se habla, como los gitanos y los tamiles.

--En Venecia hay mucha inmigración y los más extracomunitarios son gitanos. Y la actitud es: si el que se muere no es de los nuestros, es menos importante.

--Bromea con el lenguaje políticamente correcto y cuando Brunetti dice gitano, alguien le corrige y le recuerda que se dice romaní. Y al tamil acaba llamándole srilanquese.

--La utilización de lo políticamente correcta es una manera de quitarnos de encima nuestra culpabilidad. Como si al decir algo bonito de alguien, también lo pensaras. Pero creo que no importa como llames a alguien, eso no cambia lo que piensas de él.

--Hay una constante en sus libros: la contaminación de Venecia. Se la ve muy concienciada con el medioambiente.

--Es una responsabilidad que tengo cerca todos los días. Leo y pienso constantemente en ellos.

--¿Cabe pensar que Brunetti tiene mucha vida por delante?

--Espero que sí, hay que comer todos los días, ja, ja, ja. Hasta ahora he escrito un libro por año y espero seguir así.

--¿Cómo sería su mundo si no existiera Brunetti?

--Tendría más tiempo para leer, para pasear, para dedicarme a mis cosas... ja, ja, ja, es la respuesta tópica. En serio, no sé. El caso es que hablo con él cotidianamente, no solo cuando tengo entre manos una nueva historia. Es casi automático.