Pasan los días, las semanas y los meses desde el hundimiento de la plataforma petrolífera en el golfo de México, el crudo continúa manchando el mar sin pausa, la firma BP encadena una derrota tras otra en sus intentos de frenar el desastre ecológico y la cólera de Barack Obama va en aumento. "Si se vulneraron las leyes, prometo solemnemente que llevaremos a los responsables ante la justicia", anunció ayer el presidente de EEUU.

El comportamiento ilegal de BP está por demostrar, pero ya existe una comisión independiente encargada de analizar lo que Obama definió como "el peor desastre medioambiental de su tipo en nuestra historia": sus causas, sus consecuencias y las medidas que se pueden adoptar para que una catástrofe así no vuelva a ocurrir en el país. El presidente estadounidense no puso ningún límite a esa acción reformadora: si se demuestra que las leyes en vigor son insuficientes, dijo, se cambiarán; si la supervisión del Ejecutivo pecó de falta de firmeza, se endurecerá. Obama, cada vez más presionado por el Congreso para que asuma una mayor implicación en las tareas de limpieza, cada vez más enfadado con BP, con la industria petrolera en general e incluso con los funcionarios encargados de regular el sector, dijo que ha ordenado que se triplique el número de personas dependientes de la Casa Blanca encargadas de enfrentarse al problema medioambiental.

Mientras, fuera del foco político, el vertido continúa ensuciando el golfo de México y el valor de BP. Asomarse al gráfico de su evolución bursátil en los últimos dos meses es ver a una empresa en caída libre: desde el pasado 20 de abril, día en el que se hundió la plataforma, la compañía ha perdido un 35% de su cotización. En una jornada, la de ayer, primera en la que se abrieron los mercados desde el fracaso de la denominada Operación Top Kill --en la que los ingenieros intentaron inyectar 30.000 barriles de lodo pesado para frenar el flujo y después cerrar el pozo con cemento--, sus acciones se depreciaron en un 13,1%.

Ahora discurre por otro cauce el plan de la petrolera para paliar la crisis. BP inició ayer las tareas para serrar con robots submarinos el conducto dañado para que una cúpula recoja el vertido y lo canalice hacia un contenedor en la superficie. El remedio, cuyos resultados se conocerán a finales de esta semana, puede acabar siendo peor que la enfermedad, incrementando en un 20% el flujo de petróleo hasta que, en agosto, se hayan concluido los dos pozos que sustituirán al actual, dañado. Esa es la única solución segura, pero para llegar a ella faltan más de dos meses.