EL NUEVO prelado de Girona, Francesc Pardo, que mañana tomará posesión, echa de menos oír de los políticos una petición de perdón, a diferencia, asegura, de lo que es habitual en la Iglesia católica. No porque crea que sus decisiones causen siempre daño, sino por ver un acto de humildad de los dirigentes "antes de los plenos de los ayuntamientos y las reuniones de Gobierno", de forma análoga a como lo hacen los sacerdotes en la celebración de la eucaristía. En una entrevista hecha por el servicio de prensa de la diócesis, reconoce que, cuando a un sacerdote le proponen ser obispo, le invade una "gran alegría, pero inmediatamente siente el peso de la cruz". El obispo procede de la diócesis de Terrassa.